Dardos de amor envenenados
Olalla Alemán y Luis Antonio González ofrecen esta noche en los Jardines del Real Alcázar un paseo por el amor visto por compositores españoles e italianos del siglo XVII
Quel dardo velenoso. Amores, entre Venecia y Sevilla es el título genérico de un programa que incluye madrigales y canzonettas de Claudio Monteverdi y Benedetto Ferrari, un par de bien conocidos tonos humanos de José Marín y música instrumental de Pablo Bruna, Girolamo Frescobaldi y Francisco Correa de Arauxo. Luis Antonio González es organista, clavecinista, fundador y director de Los Músicos de Su Alteza, uno de los conjuntos de más larga e influyente trayectoria del Barroco en España. Viene a Sevilla en compañía de Olalla Alemán, una soprano murciana que, pese a su juventud, acumula ya una importante experiencia internacional.
Olalla recuerda alguna actuación anterior en la ciudad ("cuando era todavía muy jovencita") en el entorno del Femás y del periclitado ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Obra Social y Cultural de Caja San Fernando, pero nunca en el ciclo en el que cantará esta noche. "Lo he visto por fotos. Planteamos este programa tratando de encontrar algo que se adaptara bien al entorno, que fuera una música de cierta ligereza, que viniera bien al público que se acerca a escuchar música en Sevilla a esas horas. Mezclamos la música italiana del siglo XVII, que es tan fresca y nos gusta tanto hacer, con la española, con la que yo pienso que tiene un contacto muy cercano".
Es ya casi una década de colaboración entre la soprano murciana y el conjunto aragonés. "Hice una cosita con ellos en 2004, pero como parte de un coro. Mi primera colaboración como solista fue en 2005, nada menos que con el Miserere de José de Nebra, un proyecto muy importante en el que también estaba Raquel Andueza y que grabamos para el sello del Festival de Música Antigua de Aranjuez. Y me quedé. Desde entonces hemos hecho juntos muchos programas, cosas de Monteverdi, Amor aumenta el valor, que es una ópera de Nebra, el Réquiem también de Nebra…, y hemos grabado para el sello Alpha tres discos: el Amor aumenta el valor, uno dedicado a Joseph Ruiz de Samaniego y otro a Rossi y Carissimi, que salió el año pasado. Me siento muy cómoda en este grupo, y cuando funciona en formación de cámara es casi como una familia. Después de tantos años, el nivel de entendimiento es altísimo. Para mí es un trabajo muy cómodo y muy bonito". Son tantos años y tantas experiencias que le cuesta elegir entre todas ellas. "El Miserere fue muy especial, porque yo tenía 26 años y era mi primer trabajo con el conjunto, pero luego otras cosas me han hecho también mucha ilusión, como que Luis Antonio me asignara el papel de Horacio en Amor aumenta el valor, que es un papel precioso, que me encantó hacer, o que se atreviera a dejarme hacer la Filia en el Jephté de Carissimi, una parte que suelen hacer voces mucho más ligeras y claras que la mía".
Olalla Alemán colabora habitualmente con multitud de grupos españoles e internacionales y aún participa en la gira que el heterodoxo conjunto de polifonía belga Graindelavoix, que dirige Björn Schmelzer, realiza por el mundo con la compañía de danza Rosas, un proyecto con música del siglo XIV titulado Cesena: canciones para papas, príncipes y mercenarios, montado sobre una coreografía de Anne Teresa De Keersmaeker, la directora de Rosas, que sonoramente registró el sello Glossa. "Los cantantes también participamos de la coreografía, todo está pensado para cada uno de los seis que hicimos el estreno. Por eso, aunque yo ya no colabore con el grupo, porque me he vuelto más selectiva y he dejado de hacer polifonía, sigo haciendo estos conciertos. En otoño, por ejemplo, vamos a Nueva York y a Brasil". Graindelavoix es uno de los conjuntos más singulares de la música antigua europea. "Schmelzer ha querido mezclar en su grupo voces tradicionales, populares, con otras digamos formadas o clásicas. Yo entré como parte de este segundo grupo, y hay cosas que me han ayudado mucho, como la enorme libertad que te da para expresarte. Yo soy muy tímida a la hora de la ornamentación y él me animaba tanto a buscar cosas distintas en mi voz que antes o después salían cosas interesantes. El proyecto con Rosas funciona como un reloj. Trabajamos muchísimo tiempo antes del estreno, que fue en Avignon, en unas condiciones muy especiales, porque fue a las 6 de la mañana, y estaba lleno de gente, los tres días que lo hicimos: un auditorio para 1800 personas, lleno a esa hora".
Cesena no se ha visto en España. "Lo hemos hecho ya al menos cuarenta veces, pero es un proyecto caro, que involucra a 19 personas, y ahora con la crisis es complicado. No sólo en España. En los últimos meses se han caído algunas actuaciones en Italia e incluso en Alemania, en Múnich, nada menos". La crisis ha cambiado notablemente la agenda de Olalla: "Antes yo hacía más o menos la mitad de mis producciones en España, y ahora no paso del 25%. Casi todo lo que hago es en Bélgica, Holanda, Austria, donde este verano cantaré con el grupo sevillano More Hispano… Y eso por no hablar de los cachés: este año he cobrado por algunos conciertos menos que por el de mi debut como solista. La cultura está viviendo un momento muy malo. Vivíamos de subvenciones, y las subvenciones se han recortado mucho, cuando no han desaparecido. Tendremos que buscar nuevos cauces. A mí me gustaría trabajar mucho más, pero es lo que hay. Entre mis ilusiones está meterme en el terreno del lied, que me encanta y tengo proyectos al respecto, y hacer ópera barroca, pero igual me falta todavía un poquito para entrar ahí".
Mientras eso llega, hoy a las 22:30, en el entorno del Cenador de la Alcoba del Alcázar, esta joven y bella soprano puede provocar que muchos caigan fulminados por efecto de uno de esos venenosos dardos de Cupido con los que ha llenado su carcaj musical.
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