CINCO HORAS CON MARIO | CRÍTICA DE TEATRO

Y Dios creó a Lola Herrera

Lola Herrera puso en pie al Teatro Lope de Vega

Lola Herrera puso en pie al Teatro Lope de Vega / Daniel Dicenta

Sinceramente, me siento avergonzado de que este artículo se llame ‘crítica', por su acepción negativa. La historia de Carmen Sotillo es la historia de España y Lola Herrera, Josefina Molina, Miguel Delibes y José Sámano son sus cronistas.

Cuarenta años. Se estrenó en 1979. Dos mujeres, Josefina Molina en la dirección y Lola Herrera en la interpretación ¿sabían ellas que estaban convirtiéndose en el espejo de una sociedad que abandonaba una dictadura y se adentraba en una joven democracia? Siempre con el mismo texto de un Delibes soberbio, la vida de la conservadora Carmen ha ido evolucionando con este país que ha ido cambiando gracias, también, a Cinco horas con Mario. Una simbiosis, como pocas veces se ha conseguido, ha unido a varias generaciones con una obra de teatro que aparece cada cierto tiempo gracias a la fuerza de una actriz insuperable, dotada de la magia escénica, poseedora de una dulcísima voz y maestría inimitable.

Sámano y Delibes también aportaron con su adaptación, pero es el tándem Molina-Herrera el que se abre paso en esta vigilia de una viuda ante el cadáver de su marido, muerto repentinamente, de ideas liberales y de aburrimiento amoroso.

En muchas ocasiones, el parlamento de Carmen Sotillo produce risa y eso es bueno. Risas nerviosas por sus anacronismos de actitudes que creemos superadas. Pero el sustrato sigue y, también la desigualdad entre el hombre y la mujer. No cabe otra cosa que rendirse, como lo haría la mística Santa Teresa, ante el éxtasis que supone pasar una hora y media con Lola Herrera. No me lean, sólo vayan a verla. La perfección existe.

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