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Dulce Venganza | Arqueología pop

"Pasamos directamente de la ultratumba al super éxito"

  • Ha salido a la luz el disco con las grabaciones perdidas desde hace treinta años de Dulce Venganza, en una lujosa edición del sello FA20XXI, que incluye una novela muy autobiográfica de Benito Peinado, artífice del grupo

Benito Peinado

Benito Peinado / Paco Trilita

Entre las grandes noticias que nos ha deparado la escena musical sevillana en los últimos meses está la reaparición de Benito Peinado, quien fuese artífice del grupo Dulce Venganza durante una dorada década y media de grandes y recordados éxitos. Después de aquello pasó tres décadas más desaparecido, carne de rumores y leyendas urbanas, hasta que de la mano de Paco Trilita y su actual sello FA20XXI, título alusivo a los nuevos felices años 20 que puede tener también este siglo, ha salido de nuevo a la luz con el nombre de Bendito Venganza, presentando Las pistas perdidas de Dulce Venganza, que son las canciones que la banda grabó en 1993 y permanecían inéditas hasta ahora, en un precioso disco LP de vinilo serigrafiado, al que acompaña también el libro Las cosas nunca son como uno quiere que sean, una novela de Benito sobre un antihéroe, una estrella apagada del firmamento del rock, que narra aventuras propias, de forma casi biográfica, y también ajenas de personajes y ambientes que seguramente reconocerán todos los lectores que sean rockeros de largo recorrido. Y todo ello envuelto en una maravillosa portada triple llenas de collages, pinturas y técnicas mixtas de ilustración, de las que también es autor el propio Benito.

La génesis de esta obra se inició con una llamada que me hizo Paco Trilita diciendo que estaba buscando el máster del disco que Dulce Venganza grabó en aquel 93 sin que apareciese por ningún lado, pero que José Luis Ambrosio, entre otras cosas autor del libro El rock bético 77-87, editado por el Instituto Municipal de Juventud y Deportes en 1988, le había dicho que quizás hubiese una grabación del mismo entre las cintas de cassette que contenía el cajón con una gran cantidad de ellas que me había dado hace unos años para evitarles el triste destino alternativo, que hubiese sido un contenedor de LIPASSAM. Rebusqué entre ellas y allí había, sin caja de protección siquiera, una cinta que por una cara tenía grabado un disco de Nirvana y por la otra unas canciones cuya única referencia era un escueto Dulce Venganza 93 escrito con rotulador. Unas canciones que, felizmente, resultaron ser las pistas que tanto tiempo llevaban perdidas. Ahora que ya han salido a la luz, hablo con Benito Peinado sobre todo lo referente a ellas, y a las vicisitudes por las que ha ido pasando su vida desde aquella época hasta ahora, además del interesante futuro que se le abre.

-Desde que grabó usted Quiero matar a una chica, todavía con sonido maquetero, en 1977 hasta la edición del disco Vida y color en 1991, su andadura en Dulce Venganza fue un camino bien asfaltado por grandes canciones. Guardo recuerdo de que sus conciertos en los primeros años 90 se componían de una sucesión de potentes singles, interpretados de una forma que no dejaba lugar al respiro.

-Debemos tener claro que habíamos pasado de ser un grupo al que los hippies nos tiraban cosas, como en el Salta la Tapia, un grupo de niñatos del colegio, hasta que en 1983 todo se puso de frente, todo brilló desde que encontramos el rollo de Madrid, del sello Dro, Servando Carballar, la movida, la gente de Rock-Ola y pasamos directamente de la ultratumba al super éxito, y a tocar con un montón de gente. A raíz de aquello dimos conciertos con Glutamato Ye-Yé, con Alaska y Dinarama, con Minuit Polonia, Héroes del Silencio, Almodóvar & McNamara, Radio Futura; con The Vibrators, con Eric Burdon, con Olé Olé o Lole  y Manuel, un surtido muy amplio y variado de grandes intépretes. Y lo más interesante es que nuestras canciones sonaban por todos lados; fuésemos adonde fuésemos las canciones estaban siempre sonando en las discotecas, algo que fue muy importante. Y sobre todo estaban también en las listas de éxitos, que en aquellos tiempos eran la base para que un grupo estuviese en todos lados. Y nosotros estábamos en todos lados.

-Y entonces, ¿por qué se fue todo al traste de la noche a la mañana, siendo la suya una banda de tanto éxito? ¿qué pasó para que grabasen un disco nuevo y no llegase a ser editado?

-A pesar de grabar este disco, que suena como una bala, no teníamos discográfica. Habían llegado los años 90 y la gente en esa época no quería tener nada que ver con tonterías. Los 80 estaban denostados y con ellos muchos de los que protagonizamos esa década. Y me quedé sin recursos para nada que no fuese desaparecer; estaba hasta el cuello porque pedí un préstamo para pagar la grabación, que no fue nada barata.

"El resultado del trabajo de guitarras es lo más alucinante que he escuchado nunca de Juanjo Pizarro"

-En aquellos buenos años por su banda pasaron muchos de los mejores músicos de nuestra ciudad y del país; sin tener que consultar las carpetas de sus discos se me vienen a la mente Juanjo Pizarro, el Pájaro, Pedro García Mauricio, Charly Cepeda, Toni Barea, Juan Arias, eso solo en las guitarras, porque también hubo grandes bajistas como Miguelito Suárez, Jesús Arispont, Pacoco Cabello, baterías de la talla de Francis Romo, Manolo Sutil, Pive Amador, teclistas como Marcos Mantero, Jesús Bola, Juanvi Acuña; Pepe el Saxo y Selu Nieto también soplaron metales en ella… ¿quiénes colaboraron con usted en la grabación de este disco?

-Era el año 93 y yo venía hasta los ojos y eché toda la carne en el asador. Conté con Juanvi Acuña y con Juanjo Pizarro, que eran las dos llaves que yo tenía para que las canciones sonasen como tenían que sonar. Pero eso fue solo la primera parte; al margen de ellos busqué a Pacoco, que había estado con 091, Helio, Círculo Vicioso, además de un tío que me parecía genial por su forma de ser y de vestir. También a Goyo, que fue un apoyo coyuntural en las percusiones de base y a José María Sagrista, que estaba allí en el estudio como técnico y yo no me cortaba nunca en pedirle que metiese algunos coros, que él canta muy bien.

-Que me diga que uno de los principales artífices fue Juanjo Pizarro significa que aquí hay trabajos de guitarra suyos que hasta ahora no había escuchado nadie, una obra inédita y póstuma que es otro gran aliciente para hacerse con este disco. Háblenos de cómo fue trabajar con él.

-El disco tiene dos partes lógicas: una preproducción que hice en casa de Juanvi, de programaciones, arreglos, y otra parte en casa de Juanjo, de producción de guitarras, porque hay un montón de pistas de guitarra y evidentemente con él pasé también cientos de horas de grabación en Central, cuando estos estudios estaban en la Alameda todavía. El disco lo componen diez canciones que son las últimas grabaciones inéditas de Juanjo, y son una pasada en cuanto a producción de guitarras, porque hay canciones que tienen hasta quince o veinte pistas de guitarra en las que él se volcó y creo que el resultado es lo más alucinante que he escuchado nunca de Juanjo. Aunque los temas son de letras y músicas mías las desarrollé mano a mano con él, porque como yo no soy un músico de partituras siempre me gustó trabajar con músicos que me dirigiesen para los arreglos, que yo les dijese cómo quería que sonara algo y que un músico que supiese más que yo lograse hacerlo.

-¿Y cómo Juanvi y Juanjo lograron hacer sonar estas canciones?

-Con unas programaciones perfectas que consiguieron darle a las canciones un rollo grebo, que era el cruce entre el rock y el dance que me tenía fascinado por aquella época, de grupos como Pop Will Eat Itself o Gaye Bikers on Acid. Era la mezcla perfecta de todos los estilos que a mí me gustaban.

-Todo lo que me está diciendo coincide perfectamente con las impresiones que me causó la primera escucha del disco, que desde la primera canción, Oro y amor, parece una obra que en vez de treinta años se grabase hace treinta días, tanto en el fondo musical como en la forma en que suena. ¿Cómo han logrado sacar esto de algo tan precario como es lo que pudieron rescatar?

-Cuando grabamos el disco teníamos un montón de cintas DAT que fui distribuyendo por distintas discográficas. La que me quedé para mí desapareció en un viaje a Londres; supongo que me la dejaría por el camino no sé cómo. Y ahora tuvimos que hacer arqueología pop. Partimos de la cassette que tú nos distes, y luego apareció otra que tenía una de mis ex novias y otra que encontré yo por mi casa. Desde ahí lo reconstruimos todo. Una vez que Juanvi montó el nuevo máster haciendo la última producción con Paco Trilita, restaurando lo que habíamos encontrado, Mario Alberini lo remontó todo en los estudios Kadifornia; lo remasterizó y consiguió que el sonido quedase así de brillante, algo que me fascina, porque dice que nunca antes había hecho una cosa tan bonita y a mí todos esos aspectos técnicos me sobrepasan y ni siquiera me gustan.

-¿Qué ha estado haciendo en estos treinta años, por cierto? ¿Y por qué ha vuelto de nuevo al camino?

-Pues durante todo el tiempo que he estado fuera de servicio he compuesto cientos de canciones, de todos los estilos, de todos los tipos; he construido miles de collages, pintado cuadros… no solo la música, también me gustan mucho el arte pop, el expresionismo abstracto. Además he escrito mucho, y para escribir mucho hay que leer mucho, y eso también lo he hecho. El año pasado me llamó Paco porque se estaba metiendo en esta historia de su nuevo sello y quería saber qué pasaba con la gente de Sevilla de los años 80. Me dijo que le gustaría hacer esto del disco perdido y en un rato nos pusimos de acuerdo: me dijo, ¿lo hacemos?, yo le contesté, ¡lo hacemos! Y lo hicimos.

-A partir de aquí comienza el futuro. ¿Qué espera de él?

-Ahora Paco y yo estamos preparando una nueva banda, muy multidisciplinar, porque yo soy muy ecléctico: pop, fun, techno, rock, punk, glam, electro… lo que sería el grebo pero mucho más embrutecido, como el sonido Madchester; todo, en mi batidora cabe todo lo que me guste, desde la canción italiana hasta Black Sabbath. Y todo con mis influencias artísticas en el otro sentido, desde Basquiat, Warhol, Dalí, Picasso, Keith Haring y ponte a contar; y en cine lo mismo, la influencia es de lo más variada, pero creo que ese es el estilo básico de Dulce Venganza: una batidora.

-¿Y cuando podremos apreciar el fruto de esa nueva banda?

- Espero que pronto. Entre los próximos proyectos queremos grabar un disco doble en vivo con esta nueva banda mezclando de todo, canciones nuevas y antiguas; lo que siempre he hecho generalmente, mezclar y mezclar. Y también un disco en estudio con un montón de las canciones nuevas que tengo, que hay para elegir hasta aburrirse. Proyectamos también un disco de remezclas para las pistas de baile, porque al fin y al cabo Dulce Venganza desde el principio fue un grupo de música de baile; el rock and roll ha sido música de baile siempre, y el punk era música de baile, de pogo, pero baile. Y realmente no tengo ningún tipo de aversión a las pistas de baile, todo lo contrario, siempre han sido para mí una fuente de inspiración, desde Studio 54 hasta lo último de Manchester y el post Manchester, que era lo que más me apetecía, con Happy Mondays, Stone Roses, Primal Scream; me pondría a hacer una lista de cosas que me gustan y nunca terminaría.

Benito Peinado Benito Peinado

Benito Peinado / Paco Trilita

Pero hay que terminar. Y lo haremos anunciando que el próximo día 18 tendrá lugar la fiesta del primer aniversario de FA20XXI en la futura sala de conciertos con la que Trilita quiere apoyar su proyecto discográfico y las canciones de Dulce Venganza serán protagonistas esa noche al ser reinterpretadas por algunas bandas sevillanas de aquellos años, reunidas para la ocasión, como Compañía Malpaso, Tiernos Mancebos y Helio, y algunas actuales, como los Ordinarios del prolífico Juani Misterfly.

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