Emocionante viaje al tango, el bolero y la ranchera
Raphael ofreció anoche en el Auditorio Rocío Jurado su nuevo espectáculo, 'Te llevo en el corazón', donde rescató el sonido de las grandes orquestas
Como el más sabio -y el más experto- de los chefs, Raphael ofreció ayer al público sevillano un excelente menú de cinco estrellas que, a pesar de las casi tres horas de duración, supo a poco. Tangos, boleros y rancheras fueron los tres platos principales que el cantante supo aderezar con exquisitos entremeses como Ahora, tema con el que, sin la banda aún posicionada, el de Linares salió a saludar a esos fieles admiradores que, año tras año, no faltan a la cita sevillana con el que, sin duda, es el solista español más incombustible de todos los tiempos.
Una figura que ha sabido construir una carrera profesional coherente y que, a pesar de poder vivir -hace ya bastante- de las rentas, no se conforma jamás con sus logros, atreviéndose con nuevas aventuras como ésta de Te llevo en el corazón, disco y gira donde, en plena crisis, el artista ha optado, precisamente, por un despliege musical inusitado para los tiempos actuales a través del cual, volviendo a las épocas de las grandes orquestas -sin pantallas ni excesivos efectos luminotécnicos que desvíen la atención-, demostró que, igual que en su famosa letra, "sigue siendo aquél".
Así, tras recordados títulos como La noche y Mi gran noche, llegó el sonido del bandoneón y, con él, los tangos. A media luz, Yira, Yira, o un pequeño homenaje al género con la interpretación a dúo, gracias a la técnica, de Volver, junto al gran Carlos Gardel. Nuevo repaso a clásicos de la trayectoria del protagonista de la velada -Hablemos del amor o Maravilloso corazón- y las delicatessen se siguen sucediendo en forma de boleros -Somos, Tres palabras...- y, por último, rancheras como Fallaste corazón. Todo un espectáculo, en el amplio sentido de la palabra, donde no faltaron detalles en el vestuario como un sombrero negro o una chaqueta blanca a través de los que se iba marcando géneros que, poco o nada cultivados hasta ahora por Raphael, abren nuevas posibilidades para su privilegiada garganta. Disciplinado y perfecto en la ejecución de estas letras y ritmos, este maestro deja claro que nada es imposible si las ganas de aprender permanecen.
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