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Noches de la Maestranza

Así transcurrió, en detalle, el concierto de Eros Ramazzotti

  • Crónica detallada del concierto de Eros Ramazzotti en el ciclo de Noches de la Maestranza, que dio inicio a la gira mundial en la que irá presentando su nuevo disco, 'Latido Infinito', editado hoy mismo y del que los sevillanos tuvimos anoche la primicia

Eros Ramazzotti en la Maestranza de Sevilla

Eros Ramazzotti en la Maestranza de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Estreno mundial absoluto en la noche del jueves del recién editado disco de Eros Ramazzotti, Battito infinito, con el concierto inicial de la larguísima gira en la que lo irá presentando por una multitud de países, que no me cabe la menor duda de que lo acogerán, porque el espectáculo lo merece, de forma tan entusiasta como lo hicieron anoche los sevillanos -y una gran cantidad de italianos- que llenaron por completo la plaza de toros de nuestra ciudad, en una velada fastuosa propiciada por el ciclo de Noches de la Maestranza.

A las nueve y media en punto se callaron los altavoces que nos hacían llegar las notas del disco Colors de Beck -elegantes los italianos hasta en estos detalles previos- para que se iluminara la enorme pantalla que ocupaba todo el fondo del escenario, dejándonos ver a los diez componentes del séquito musical de Ramazzotti, que a los pocos segundos surgió majestuosamente bajando los escalones centrales mientras todo el coso se inundaba de luces de teléfonos móviles que, unidos a las velas encendidas que ocupaban los espacios de poca visibilidad del graderío, dieron forma a un efecto de gran estética. Muy despacio, elegantes notas del piano de Luca Scarpa dieron pie a que Ramazzotti comenzase a cantar Battito infinito, abriendo el concierto en la misma forma que el disco, con una hermosa pieza de más de ocho minutos que terminó de manera épica con un marcado efecto de eco en la voz tras el primer gran solo de guitarra de la noche, a manos de Luca Mantovanelli, seguido por los fraseos de la flauta de Marco Scipione.

De la docena de canciones que componen el nuevo disco, Ramazzotti eligió para el repertorio de esta noche siete de ellas, separadas en dos tramos en los que interpretó tres y un recuerdo posterior a Ennio Morricone con la canción Ogni volta che respiro, a la que este le puso música poco antes de fallecer. El concierto siguió con las dos canciones que ya se habían adelantado a la salida del disco: Ama, con un enorme corazón latiendo en la pantalla y Sono, que Ramazzotti entonó en castellano tal como lo hace cantándola con Alejandro Sanz, que aquí también le acompañó desde la pantalla, formando un dúo virtual que enloqueció a los seguidores de los dos cantantes y así lo demostraron con sus gritos.

Eros Ramazzotti Eros Ramazzotti

Eros Ramazzotti / Juan Carlos Vázquez

Para la primera de sus canciones clásicas retrocedió Ramazzotti veinticinco años, rescatando Dove c'è música, de su séptimo disco, con la que comenzó a usar las pasarelas que le bajaban hasta las primeras filas de espectadores, con los que se mezcló varias veces, causando un delirio de lágrimas y selfies. Mi corazón está con vosotros, parecía indicar el cantante cuando nos dedicó Quanto amore sei, para la que Scipione cambió la flauta por un saxo, al que le sacó un precioso solo. La gente pudo por fin cantar con él cuando entonó Un’ emozione per sempre, otra de sus clásicas, con su estribillo en español: Hay amores que te darán una emoción para siempre.

Con una de las dos coristas que le apoyaban en la voz, Monica Hill, formó un excelente dúo, haciéndola bajar al frente del escenario en Piu’ che poui. Al final se les unió la otra, Gea Gentile, para formar entre los tres un coro de gospel, roto más tarde por los golpes de la batería de Eric Moore para iniciar Stella gemella. Fue aquí cuando Ramazzotti se colgó del cuello una deslumbrante guitarra eléctrica negra que al principio pareció solo de adorno, porque el peso de los riffs seguía llevándolos Mantovanelli, pero Ramazzotti se lanzó en el tramo final con un solo largo y preciso que nos dejó boquiabiertos. No es conocida la faceta de guitar hero de Ramazzotti, pero volvió a mostrarla cuando todavía hizo otro solo, mejor aún en Se bastasse, la canción siguiente, introducida por unas notas de piano que levantó exclamaciones entre el público, porque la reconocieron enseguida, con sus estrofas en castellano, y la cantaron también: Si bastasen un par de canciones para que desde el cielo nos llovieran antiguos amores

La noche ya estaba caliente, pero el siguiente tramo con canciones nuevas la hizo hervir. Ritornare a ballare convirtió el coso en una fiesta, con bola de discoteca incluída, luciendo gigante desde la pantalla y un saxo muy funky en primer plano. El baile continuó con Madonna de Guadalupe y sus ritmos latinos marcados por trompetas pregrabadas para volver a la calma con Magia, la canción que Ramazzotti ha dedicado a su hijo Gabrio.

¿Era you belong to me together o forever? Preguntaba entre risas Ramazzotti en mitad del estribillo de I belong to you a Gea Gentile, quien sustituyó a Anastacia, con quien la grabó originalmente, en la Maestranza para acompañarle en su interpretación a medias en italiano y en inglés, terminándola bailando los dos mientras les acompañaba la guitarra de Mantovanelli con unos acordes que parecían extraídos de un disco de Pink Floyd. Fue uno de los mejores momentos de la noche, al que siguió la situación anecdótica que podrán contar a sus nietos Marcel y su esposa, un matrimonio holandés que cumplía sus 25 años de matrimonio y su regalo había sido este concierto. Ramazzotti los sacó de entre el público y los sentó en dos sillas dispuestas en el escenario para, sentado él a su vez en el primer escalón con su guitarra acústica, dedicarles melosamente el medley que hizo con Solo con te enlazada a L’uragano Meri, respaldado desde arriba de la escalera por dos guitarras más, bajo, acordeón y cajón. See you in Amsterdam, se despidió de ellos, esperando verlos de nuevo allí, cuando pase con la gira en febrero.

Eros Ramazzotti Eros Ramazzotti

Eros Ramazzotti / Juan Carlos Vázquez

Uno de los momentos más emotivos, que incluso emocionó al propio cantante, fue la dedicatoria de Ogni volta che respiro a Ennio Morricone, quien compuso su música y nos fue recordado desde la pantalla. Ramazzotti la interpretó con el único acompañamiento de Scarpa al piano, aunque al final lanzaron una instrumentación pregrabada de cuerdas que le dio a la música el aire cinematográfico propio de los temas de Morricone. Una genialidad.  Se unieron todos los músicos para otro medley, este eléctrico en lugar del acústico anterior. Una storia importante se la sabía la gente y le acompañó como pudo, aunque él la cantase en italiano; la enlazó con Adesso tu dando lugar al momento más espectacular de la noche, presentando a Ramazzotti al fondo del escenario, enmarcado por rectángulos luminosos que surgían en la pantalla de forma casi tridimensional, en otro solo de guitarra, que terminó viniéndose al borde del escenario de una forma que empalideció a los otros solos anteriores. Sorprendente, repito, este aspecto musical enrockecido de Ramazzotti que, al menos yo, no le conocía.

Inmenso fue después el solo de saxo tenor con el que Scipione abrió Terra promessa, con solo el respaldo de unos golpes del bombo de Moore. La interpretación de esta canción desembocó en un divertimento entre cantante y saxofonista, en el centro de la escena, con fraseos de voz y saxo a modo de llamada y respuesta, dando pie a un respaldo de jazz fussion que sirvió para que Ramazzoti nos presentase a la fantástica banda que le acompañaba, que además de todos los ya citados, estaba compuesta por Dario Tanghetti a las percusiones, Paolo Costa al bajo, Giorgio Secco a una segunda guitarra, la mayor parte de las veces acústica y un teclista llamado Giovanni Boscariol. Así dieron paso a un trío con canciones de las más esperadas: Fuoco nel fuoco, con estribillo en castellano de nuevo coreado por el público: la noche es casi perfecta; luego Un’ altra te totalmente en español: No puede haber otra mujer igual que tú y, tras desgranar unas frases de No woman no cry solo con su guitarra acústica, Cose della vita, de nuevo mezclando los dos idiomas para que la gente entonase hoy como siempre estoy pensando en ti. Para entonces ya hacía mucho rato que se habían antojado inútiles la multitud de sillas de la pista y la mayoría de asientos de las gradas. Con todo el público de pie terminó el set, tras dos horas sin apenas respiro.

Pero quedaba pendiente Piú bella cosa, que no podía faltar, y llegó en los bises. Se iniciaron estos con Favola, que dejó otro de los perfectos solos guitarreros de Ramazzotti, enlazada con Música e’, para que el cantante se diese después un baño de multitudes mientras cantaba entre el público aquello de cosa más bella que tú, con miles de voces coreando el estribillo: gracias por existir.

Y fuimos ya saliendo, mientras los Beach Boys nos acompañaban desde los altavoces con Wouldn't it be nice, como una declaración de intenciones: ¿No sería bonito que todo fuese siempre así de agradable y feliz? Eros Ramazzotti deja España después de esta noche para alegrarles la vida por un rato a gentes de casi todo el globo y volver de nuevo a nuestro país el 31 de marzo para llenar el Wizink Center de Madrid.

Eros Ramazzotti Eros Ramazzotti

Eros Ramazzotti / Juan Carlos Vázquez

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