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Cultura

Estudiar la Historia, buscar la verdad

  • Carmen Sanz, Premio Nacional de Historia, defiende junto al periodista Arcadi Espada la necesidad de combatir la mentira en esta edición de 'Letras en Sevilla', que hoy llega a su fin

"No se enseña la misma Historia en cada comunidad. Los manuales no están homologados e incluso una misma editorial, según se hable de Andalucía, Cataluña o Madrid, cambia los manuales. Y con esa relatividad, que tiene que ver con quien tiene las competencias y ha impuesto un proceso de censura de los contenidos, se encuentran los profesores. Si el enseñante es imaginativo usará otros textos en el aula pero eso puede ser un problema en algunas partes de Cataluña, donde te apartan del aula y te ponen a hacer trabajos administrativos, como ya ha sucedido en algún caso. Los profesionales no deberían estar sometidos a esos albures pero no parece que esto se pueda revertir porque las competencias educativas están transferidas y se ha desmantelado el proceso de inspección que tradicionalmente había en las escuelas". Así de tajante se mostró ayer la catedrática de Historia Moderna de la Universidad Complutense Carmen Sanz (Madrid, 1961) en el ciclo España, ¿mito o realidad? que coordinan Arturo Pérez-Reverte y Jesús Vigorra en la Fundación Cajasol. La también Premio Nacional de Historia y el periodista barcelonés Arcadi Espada reflexionaron sobre el tema España, campo de batalla en una sesión donde ella recordó que el problema viene de lejos, pues en los años 80 la Real Academia de la Historia, de la que es miembro, realizó un informe sobre los libros de texto en los centros de Enseñanza Media "y aunque lo ratificó toda la corporación se obvió. Sin embargo, quienes lo dirigieron llegaron a recibir numerosas amenazas de ETA".

Para Arcadi Espada, "en la dicotomía escuela-periodismo, el drama de los medios de comunicación es mucho mayor que el de las escuelas, donde hay profesores que pese a lo que digan los libros de texto han ido haciendo su camino y trabajado con honradez intelectual y moral. La escuela no es solo el aula y la tarima porque en el patio del recreo la mayoría sigue hablando en castellano. En cambio, en España ha sido gravísima la deserción de la televisión pública. Ni socialistas ni populares se dieron cuenta de algo elemental que ya expresó Thomas Jefferson: que un periódico es la nación, y que el concepto de periódico y nación son indiscutibles porque nacen al mismo tiempo, son una manera de presentar el mundo. España prescindió de hacer una televisión fuerte, culta y al mismo tiempo amena. Y en estos días de posverdad, de Trump, Brexit y del asalto nacionalista en Cataluña, es evidente que echamos de menos una televisión potente y de calidad como lo es la BBC que, frente a los presupuestos escandalosos de las poderosas televisiones autonómicas, exhibiera la nación española y no limitara la conciencia nacional. La fragmentación del mensaje audiovisual ha ido pareja a la fragmentación del discurso político".

El neonacionalismo propone una historia-ficción con un mensaje sencillo y mentiroso"

Espada, que había comenzado afirmando "que en España no hay un partido fascista porque ya están para eso los partidos vascos y catalanes", defendió con pasión "la verdad del periodismo, que podrá parecer superficial pero no: es una verdad modesta pero inquebrantable". "La verdad es mi tema y el de todo periodista. Pero Barcelona, mi ciudad, ha hecho justamente de las mentiras su programa de vida en los últimos años. A los que nos gusta la Historia observamos que cualquier tragedia humana está precedida de un arsenal de mentiras y la alusión convencional es el nazismo pero no es la única ni mucho menos. El haber asistido en los últimos cinco años del Procés a la organización tremebunda de las mentiras ha marcado mi vida. Me sorprende -y aquí tiró de ironía- que algunos catalanes y algunos españoles hayan descubierto ahora que la xenofobia existe en Cataluña".

Sobre la xenofobia se extendió también Carmen Sanz, para quien "los neonacionalismos proponen una historia-ficción con un mensaje sencillo y lleno de mentiras que la gente acoge con fruición porque es fácil, simple y porque les hace sentirse superiores, así de sencillo. No son individuos sino que forman parte de un grupo que además progresa adecuadamente sin ningún problema y cuando aparece el problema (los extranjeros, los de fuera o los que no son suficientemente de aquí) incluso le viene bien al relato. Es misión de los historiadores encender la luz cada vez que una mentira así se dice".

Arcadi Espada abundó en que "todo nacionalismo se explica en que yo tengo más derechos que tú porque llevo más tiempo aquí que tú" y recordó que la xenofobia no es exclusiva de "de Puigdemont y su valido Torra. Pascual Maragall ya señaló el origen andaluz de José Montilla y éste, uno de los más siniestros, un catalán de Iznajar [Córdoba], llegó a decir que hemos de tener mucho cuidado con que el acceso de los emigrantes a los servicios públicos no afecte a los ciudadanos de Cataluña" .

A Sanz y Espada les precedió en los atriles de la Fundación Cajasol el exsecretario general de IU Julio Anguita, que expresó en su conferencia su estupor "por cómo se ha apoderado el espíritu nacionalista de determinada izquierda".

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