Fresones Rebeldes y Amphetamine Discharge | crítica

Y salió lo que salió

  • El miércoles dio comienzo el último tramo del ciclo Pop CAAC con los conciertos de Fresones Rebeldes y Amphetamine Discharge, que presentaron las caras agradable y feroz de la música de los 90.

Aurora López, cantante de Amphetamine Discharge

Aurora López, cantante de Amphetamine Discharge / Ángela Oliva

Las cosas, para que funcionen bien, deben tener un orden natural. No puede ser que la catarsis vaya antes de la futilidad. Y por eso, después del concierto del miércoles en el ciclo Pop CAAC de Amphetamine Discharge, el de los Fresones Rebeldes evidenció la falta de sustancia y entidad de esta banda, que cimentada sobre la fama de una canción, Al amanecer, que podemos considerar un himno generacional sin resultar exagerados, hizo transcurrir todo el concierto resaltando la parte lánguida de su obra, sin asomarse apenas a la excitación.

Dos docenas de canciones nos dejaron estos Fresones Rebeldes, y hasta llegar ya casi al final con Al amanecer y cerrar definitivamente con el Rock and roll high school de los Ramones, fuimos escuchando Esa chispa, con la que comenzaron, Suave, Nadie, Llama, El talgo del amor, momentos dulces y tiernos, alegres y también emotivos, como el recuerdo a Inés Bayo, la antigua vocalista de la banda, fallecida el pasado viernes, a la que Cristina Segura deseó que se estuviese paseando por el cielo convertida en la estrella fugaz de su canción Bola de cristal, que le dedicaron.

Su música bonita, con la sencillez agradable y plácida del pop de pastelitos de colores y melodías pegajosas, fue de esa clase con la que, como dijo Felipe Spada antes de Aquella chica, presentándola: queríamos ser un grupo de nueva ola y salió lo que salió.

Previamente Amphetamine Discharge demostraron que siguen siendo una de las bandas más intensas del rock sevillano, con un concierto lleno de canciones arrasadoras desde el Tranquiliatta, con que lo abrieron, hasta las tres versiones seguidas, El trip de las 5, de Compañía Malpaso; Waiting for my man, de la Velvet Underground y Stay with me, de los Dictators, las dos últimas acompañados por la guitarra de Pedro Malfario, con las que se despidieron. Hasta ahí fueron dejándonos las que nos han reconfortado en nuestro sudor durante su carrera como banda evolucionada del punk: Toxic substance, Brain to brain, I just wanna kiss, Old and Young, y todo su EP de reaparición hace dos años, con una brillantísima interpretación del Loco Joaquín en la sobrecarga eléctrica de su guitarra, que no rebajaba decibelios y obligaba a Aurora a no tomarse ni un solo respiro en sus canciones, en las que a veces el sentido de la melodía y el estribillo quedaba sepultado por la sobrecogedora dureza de la sección rítmica de Prima y Tatu, bajista y batería del grupo.

Tuvimos también la fortuna de asistir al estreno de una canción, Last summer, de las nuevas que Amphetamine Discharge grabará cuando solvente sus dudas sobre continuar con su fórmula tradicional o darle un nuevo enfoque al sonido, y a la recuperación de otra canción, Derry, basada en una historia de Stephen King, que es de los años 90 pero que nunca llegaron a plasmar en ninguno de sus discos y andaba por ahí en alguna grabación de los conciertos de Radio 3.

Sin concesiones fáciles, fieles a su manera de violentarte los sentidos e irreductibles a través de los años.

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