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Girlschool | Crítica

Eternamente jóvenes

  • La más longeva de las bandas de rock femeninas actuales, Girlschool, dejó su huella en el apasionado y agradecido público sevillano.

Jackie Chambers

Jackie Chambers / Marouco

La banda de rock femenina de más amplio trayecto arrasó la sala Even el viernes cuando hizo escala en Sevilla durante la gira en la que celebran su 40 aniversario. Las Girlschool comenzaron en Londres con el apogeo de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico y mantienen hoy la formación original, con excepción de Kelly Johnson, su guitarrista ya fallecida, y sustituida en 1999 por la actual.

El concierto comenzó dejando oír unas potentes sirenas que las arroparon mientras iban apareciendo en el escenario, a las que siguió un muro de distorsión que derritió los rostros de todos los hombres de la primera fila, completamente enamorados de ellas. Lideró la carga Demolition boys, una canción de su primer disco, aparecido en 1980, que les sirvió para iluminar el escenario con sus atractivas personalidades; Jackie Chambers, la guitarrista principal, a horcajadas sobre su Stratocaster hizo que todo el público masculino babease en sus garras. Todos estábamos ya entregados cuando continuaron con un doble disparo de su disco del año siguiente que incluyó C’mon let’s go y The hunter. La que siguió tuvo una divertida introducción previa por parte de Kim McAuliffe hablando de la cantidad de años que tenían encima esas canciones anteriores y que ya iba siendo hora de interpretar una que fuese de este siglo, atacando así Guilty as sin, la pieza que da título al último disco que editaron, en 2015.

Y así continuaron, alternando canciones de todos sus discos más famosos, en un concierto de muy alta energía, a pesar de que sus edades oscilan alrededor de la sesentena, algo que no fue óbice para que se entregaran a un espectáculo que nos dejó agotados, sobre todo cuando nos patearon el culo con Hit and run, Race with de devil y el Bomber de Motorhead, la banda que primero creyó en ellas y las acogió en un mundo dominado por la testosterona. Se despidieron con el Tusk de ZZ Top, un colmillo que todos nos dejamos clavar con la esperanza de convertirnos en jóvenes eternos como ellas, las Girlschool.

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