La Grecia de la Francia
El viaje de Grecia. Jean Moréas. Traducción de Javier Vela. Pre-Textos, 2010. 128 páginas. 18 euros.
Celebrado por ser uno de los puntales de la escuela simbolista, Jean Moréas (1856-1910) fue también, después de sus famosos manifiestos en favor de la nueva estética, un tardío representante del neoclasicismo, no en vano, aunque se formó y escribía en la lengua de Verlaine, había nacido en la Atenas liberada del medio siglo. El poeta encarnaba a la vez la nacionalidad griega y los afanes de la Rive Gauche, siendo por ello -sólo que en sentido literal- un perfecto exponente de lo que nuestro Darío llamó la Grecia de la Francia.
Publicado originalmente en 1902, El viaje de Grecia no fue reeditado -contraviniendo el ingenuo deseo expresado por Moréas- sino más de un siglo después, y aparece ahora por primera vez en castellano en una preciosa versión al cuidado de Javier Vela, a quien debemos además de la traducción una impecable edición anotada. Es un libro muy hermoso, de naturaleza vagamente miscelánea, que reúne apuntes diversos y se resiste a cualquier intento de adscripción genérica: breves estampas, diálogos, poemas o aforismos, retratos de los poetas amigos y un ramillete de leyendas populares.
Marcado por la tradicional enemistad con el turco, recrudecida a finales del XIX con motivo de la pugna por Tesalia, Macedonia o la isla de Creta, el libro refleja a un tiempo el deseo de independencia de la moderna Hélade, la anhelada perspectiva de un resurgimiento y la profunda relación de pertenencia respecto de una patria que es a la vez física y espiritual. "El día en que llegué a amar el Sena, comprendí por qué los dioses me habían hecho nacer en Ática", escribe Moréas, a caballo entre la reivindicación nacional y el ensueño lírico. Para el poeta, la recuperación del pasado era indisociable de una visión humanista sin la que no podían entenderse -tampoco ahora- ni la cultura francesa ni la europea.
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