Crítica de Música

Jóvenes que piden paso

Triunfó anoche la barroquita con un repertorio exigente para una formación jovencísima, integrada prácticamente en su totalidad por adolescentes y todos ellos músicos de cuerda -lógicamente, dada su edad, con instrumentos aún no ortodoxamente barrocos-.

Su director diseñó un programa muy italiano, atractivo para el público y lucido para sus parejas de solistas, pero nada fácil para unos estudiantes aún en cursos intermedios. Poco se notó la dificultad; obviamente aparecieron desajustes propios de la falta de experiencia: momentos sin empaste y de afinación dudosa, o algún desplazamiento rítmico entre solistas y bajo continuo; pero fueron instantes sueltos dentro un concierto dominado por la solidez técnica, la musicalidad -fraseo detallado, dinámicas interesantes, buen sonido general-, el aplomo escénico de los jóvenes y, por supuesto, una alegría y un entusiasmo -dicho sea sin la menor condescendencia- que emanaban de su director y fluían con la complicidad de todos.

Fue un concierto dominado por la solidez técnica y la musicalidad

Sobresalieron algunos de los solistas de violín -como en Corelli-, pero es imposible no subrayar la actuación de la pareja de solistas de violonchelo, de madurez técnica y sofisticación musical sorprendentes, conjuntadísimas y ya de un nivel técnico que no alcanzarán nunca muchos profesionales.

El concierto demostró, en fin, que el nivel de la cuerda sevillana sigue subiendo, como ha hecho en las últimas décadas, y que las nuevas generaciones merecen más oportunidades de las que les permiten sus antecesoras.

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