Julieta Venegas | crítica

De nuevo genuinamente feliz

  • Pasados los cambios de su vida y los miedos de los dos últimos años, Julieta Venegas ha vuelto a los escenarios en una extensa gira, con el apropiado nombre de 'Vernos de nuevo', que la trajo al Cartuja Center CITE de nuestra ciudad la noche del sábado

Julieta Venegas

Julieta Venegas / Ángel Pérez

Podemos sentarnos a discutir si Julieta Venegas tiene o no canciones memorables, pero tres minutos haciéndolo se nos harían muchísimo más largos que cien escuchándoselas cantar. Lo digo con conocimiento de causa porque he pasado por las dos cosas, la segunda de ellas anoche mismo en el Cartuja Center CITE, donde nos ofreció veintidós de esas composiciones suyas, portadoras de un alma tan tangible, y una más en recuerdo a José Alfredo Jiménez, en la que todo el público, que ocupó el ochenta por ciento del aforo, la acompañó coreando el título de la canción: Canta, canta, canta.

Tiene Julieta una seductora simpatía que derrochó en este concierto presentándonos algunas de las canciones que necesitaban una explicación previa, aunque no fuesen necesariamente nuevas, porque antes de uno de sus mayores éxitos, como es Lento, nos dijo que no debemos dejar que nos vuelva a comer la vorágine del mundo, como si fuésemos maquinistas inconscientes. Ella, en este tiempo en que todo ha estado tan parado, con ese ritmo tan lento al que alude la canción, ha descubierto que lo más importante son las personas a las que amamos y quería que todos lo supiésemos y lo digamos también siempre que tengamos ocasión, sin guardarnos palabras; porque cuando ocultamos las palabras, o decimos una cosa cuando queremos decir otra, nos pasará lo que cantó en Debajo de mi lengua, que no sabremos manejar lo que sentimos y se nos escapará de las manos. Incidió más veces en este sentimiento, presente también en Los momentos, la canción que escribió inspirada en un poema de Borges para preguntarse qué sucede con las cosas que no hacemos.

Julieta Venegas, Panky Malissia y Belén López Julieta Venegas, Panky Malissia y Belén López

Julieta Venegas, Panky Malissia y Belén López / Ángel Pérez

Los amores difíciles fueron otro hilo conductor de su repertorio; un micropoema de la madrileña Ajo le inspiró para cantarle a la soledad: Si le sumo mi soledad a la tuya ¿qué es lo que obtengo? La respuesta fue su canción Dos soledades. Su terapia contra el desamor son las canciones despechadas y también tuvimos unas cuantas, ya fuesen rancheras desgarradoras como Despechada mexicana, o sorpresas poppies como su nueva canción Mismo amor, de facilísimo estribillo y una estructura que haría llenar pistas de baile con la producción adecuada. Fue la única en la que Julieta usó una instrumentación pregrabada, discreta pero eficaz en su unión con el contrabajo de Belén López y la batería de Panky Malissia, que la arroparon mientras ella cantaba, ya fuese con su acordeón o el cuatro, de pie, o sentada ante el piano de cola. Con él, ella sola al salir para el primer bis, nos dio el momento más mágico de la noche, con una composición descarná llamada La nostalgia, sobre sus sentimientos al recordar Tijuana, donde pasó sus primeros años de vida, derramados con gran pasión.

Esta fue otra de sus magníficas canciones nuevas, con sabor a sangre fresca, con olor a pintura goteando fuera del cuadro, pero no faltaron las que todo el público quería; se hicieron esperar, pero por fin llegaron Eres para mí, Me voy, Andar conmigo y El presente -es lo único que merece la pena vivir, nos dijo- para cerrar el set; Y terminó con Limón y sal, como segundo y definitivo bis. El primer aplauso atronador llegó con Despedida, cuando Julieta la interpretó en segundo lugar, tras entrar al escenario y comenzar sola al piano con Ilusión, para que a la tercera estrofa se le uniesen Belén y Panky. Más tarde nos dejó el eco del silencio después de traspasarnos el cuerpo con Algo está cambiando; hizo también que nos doliese refrenarnos en la butaca con el ritmillo de cumbia de Ese camino, porque no siempre estuvo íntima y austera. Muy equilibrada, Julieta Venegas, y de una profundidad que fue más allá de sus canciones.

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