Justos entre las naciones

'La bondad insensata'. Gabriele Nissim. Trad. Juan Antonio Méndez. Siruela. Madrid, 2013. 212 páginas. 21,95 euros.

Justos entre las naciones
Justos entre las naciones
I. F. Garmendia

19 de mayo 2013 - 05:00

De Gabriele Nissim ya se había traducido otro ensayo, El jardín de los justos (Kailas), donde el escritor y periodista italiano contaba la vida de Moshe Bejski, un superviviente de la Shoah -formó parte de la famosa lista de Schindler- que después de la guerra se dedicó a localizar a los benefactores desinteresados de los judíos perseguidos y presidió la llamada Comisión de los Justos entre 1970 y 1995. Como un Simon Wiesenthal que hubiera elegido no buscar a los criminales nazis sino a quienes desobedecieron sus órdenes para ayudar a las víctimas del genocidio, Bejski documentó centenares de casos de gente anónima que se jugó la vida -y en ocasiones la perdió- sin obligación ni beneficio, movida por una suerte de "bondad insensata" como la llamó Vasili Grossman. La acuñación del gran autor de Vida y destino le ha servido a Nissim para titular esta otra inquisición donde abre el espectro para abarcar a los "justos" que se opusieron a regímenes, gobiernos o facciones genocidas -en la Unión Soviética, en Ruanda o en Bosnia- y reflexiona sobre las razones últimas de quienes sin abogar por una disidencia abierta o comportarse de manera heroica se negaron a seguir los dictados de la barbarie.

Tener el valor de enfrentarse al mal equivale a salvar el mundo. Como Hannah Arendt o el propio Grossman, Bejski creía que en circunstancias extremas sólo la dignidad personal -que no equivale a la santidad ni exige el martirio- permite albergar un resquicio de esperanza. Pequeñas acciones de resistencia pueden tener un valor inmenso, no sólo porque amparen vidas particulares sino porque de algún modo redimen a toda la especie humana. No son seres angelicales ni ciudadanos ejemplares o libres de toda culpa quienes en un momento dado deciden asumir la responsabilidad y el riesgo de socorrer a un desconocido. Sus nombres -que en Israel son honrados como "justos entre las naciones", en referencia a su ascendencia no judía- merecen el recuerdo y la gratitud permanentes. La bondad insensata tiene más de reportaje o inventario que de ensayo en profundidad, pero Nissim sabe complementar sus historias con argumentos filosóficos o morales que no eluden asuntos polémicos -aunque la cuestión palestina no aparece por ninguna parte- y logran trasladar con eficacia una idea de fraternidad universal que resulta concerniente, conmovedora, necesaria.

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