Cultura

Malheur: el sonido particular

  • La inclasificable banda sevillana de jazz-rock presenta hoy en el Cicus, en colaboración con Assejazz, 'La boca prestada', su tercer disco y el primero con el sello Blue Asteroid

"Para bien y para mal, somos particulares, sí", reconocen entre risas el guitarrista Juan G. Acosta y el bajista Juan Miguel Martín, que junto al baterista Manuel Montenegro integran Malheur, una de las bandas más singulares e inclasificables (no sólo) del panorama sevillano. En territorio fronterizo -de un lado, el jazz vanguardista e incontenible en una mera etiqueta de John Zorn, Sonny Sharrock o el Miles Davis eléctrico; del otro, un rock de espíritu experimental cercano a veces a las complejas arquitecturas post-rock de Tortoise y a ratos, por la actitud sobre todo, al ácrata y agudo chiste en clave de un Frank Zappa-, bebiendo siempre de múltiples fuentes pero con un inequívoco sello propio, el trío acaba de publicar su tercer disco, La boca prestada.

"Es más extravertido y más alegre que el anterior, que fue, por circunstancias de los tres por separado, más de tortura, bastante más oscuro. Además creo que nos metimos mucha presión para hacer un disco mejor que el primero que publicamos. En este último todo fue más rápido y, sobre todo, más sencillo y más espontáneo. Para nosotros son muy importantes las intuiciones, la raíz de improvisación sobre la que van creciendo los temas, y supongo que también en ese plano uno aprende de las experiencias anteriores a ir más al grano", dice Acosta sobre este nuevo ejercicio de exploración de timbres, ritmos, armonías y texturas que responde a esa lógica permanente "de ensayo y error", como apunta Martín, sobre la que se sustenta la dinámica del grupo. "No había un planteamiento previo, racional, de hacer algo distinto. Pero sí creo que las ideas son más claras y que hay también algunos nuevos conceptos", añade el bajista de la formación.

La música de Malheur sigue sonando completamente a Malheur. Puramente instrumental, densa, magmática, libre de ataduras genéricas, impecable desde el punto de vista de la técnica, pero en un raro equilibrio también entre el paisaje mental y el arrebato visceral. Esto debería bastar para quien haya escuchado sus dos anteriores trabajos, Dulcia Cum Amaris (2013) y Ausiliatrice (2015), editados por el sello Knockturne Records. Pero es cierto que La boca prestada, sin alejarse de esos rasgos, tiene un aire más fluido, o menos ceñudo. Y ofrece además, en su último corte -como un eslabón a la espera, tal vez, de unirse con otro en el futuro-, una posible pista sobre la evolución del sonido de la banda. En ese corte, el trío muta en quinteto, con la participación del trompetista Antonio Campos y el saxofonista Javier Ortí.

"Podría pasar, por qué no", dice Martín sobre ese sendero nuevo que puede perfectamente intuirse en Vakuo, último y espléndido corte del disco con aires de thriller. "Con ambos hemos tocado muchísimo durante el último año -añade-, así que están en el disco por una razón muy sencilla que, de nuevo, no es premeditada: realmente sabíamos que podían aportar algo. Venía a cuento y surgió de forma natural, que es como nos gusta a nosotros hacer las cosas. Pero nunca se sabe. Cambia mucho el trío con respecto a un cuarteto o un quinteto, no sé cómo se percibirá esto desde fuera, pero desde dentro cambia todo: desde el sonido, que es muy distinto, sobre todo a nivel tímbrico, hasta la forma de trabajar y componer o algo tan elemental como la mayor dificultad que supondría juntarnos todos para ensayar. Quién sabe, ya veremos qué surge, pero sí, claro, ojalá podamos hacer más cosas en ese plan".

Por lo pronto, la colaboración con Campos y Ortí se prolongará hoy en el Cicus, en el concierto de presentación del álbum organizado junto con Assejazz. "Van a tener mayor protagonismo que en el disco, no se va a quedar en la colaboración de ese tema que grabamos. Hemos experimentado con temas de discos anteriores, probándolos con la sección de metales de ellos, que también improvisarán melodías... En principio va a ser para este concierto solamente, no es que pretendamos ampliar la formación, pero tampoco nos cerramos a nada", comenta Acosta. En la actuación, por cierto, participará además la violinista Leslie Jordan, por lo que la ocasión permitirá -más allá de la rutinaria retórica promocional- descubrir ángulos inéditos de Malheur, de cuya explosiva destreza en los directos -sin duda alguna, la razón de ser última de la banda- puede dar fe cualquiera que haya asistido a algunos de ellos.

La boca prestada supone el debut del grupo en el catálogo de Blue Asteroid. La llegada de Malheur a este sello no deja de ser más o menos azarosa -Knockturne se encuentra en algo parecido a un impasse existencial-,pero ilustra, aun así, la trayectoria de la formación: difícil de ubicar con claridad -lo que, al parecer, es motivo de nerviosismo para muchos-, con el tiempo ha ido haciendo su camino en la órbita de la escena jazzística. "Hoy en días el público de rock muchas veces va a los conciertos esperando, más que eso, una fiesta. No lo digo como un reproche, sino simplemente como una cuestión de concepto. Y el tema es que nosotros no hacemos fiestas. Si no tenemos ni cantante...", se ríe Martín. "Supongo que nuestro público es, básicamente, gente que valora única y exclusivamente la música; gente que no se acerca a ella en plan hostia, esto es demasiado virtuoso para ser rock u hostia, estos son muy rockeros para tocar jazz", tercia Acosta.

"Sonar cada vez mejor me parece una expectativa razonable. Otras, y aquí hablo por mí, yo no tengo", zanja Martín: "Somos músicos, no representantes. Pensar en otras cosas, como la repercusión que podamos lograr o no, es un gasto de energía que no conduce a nada. La energía, para tocar, a lo que dedicamos muchísimas horas. Diría que las mismas, si no más, que cuando empezamos. Definitivamente, no somos un grupo de trabajarnos más el Facebook que el local de ensayo...".

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