Cultura

Márkaris se harta de la crisis

  • El escritor griego ajusta cuentas con la generación política que llevó a sus país a la ruina en su nueva entrega de la serie del comisario Jaritos.

Pan, educación, libertad. Petros Márkaris. Trad. Ersi Marina Samará Spiliotopulu. Tusquets. Barcelona, 2013. 256 páginas. 18 euros.

Petros Márkaris (Estambul, 1937) está tan harto de la crisis que se ha prometido a sí mismo no volver a escribir de ella. Lo que empezó como un juego literario, como una medicina para afrontar la dura realidad social de la Grecia actual con sentido del humor e ironía, parece haber terminado con la paciencia de un tipo que, tras esa pinta de abuelete encantador, ha vivido experiencias muy duras. Las que puede contar el hijo de un armenio y de una griega que nació en Turquía y que se pasó años siendo apátrida. "Me crié en una familia que pasó por malos momentos, pero que, pese a todo, siempre estaba de buen humor y riendo", explicó durante una visita a Sevilla para la Feria del Libro de hace dos años.

El humor, la risa, la ironía, la observación aguda y crítica de la realidad definen su obra. Desde mediados de los años noventa creó un entrañable personaje, el comisario Kostas Jaritos, a través del cual Márkaris se convirtió en el cronista más acertado de la Grecia moderna. Con la llegada de la crisis económica, Márkaris dio alas a su personaje. Cuanto peor lo pasaban los griegos, mejor escribía Márkaris.

Difícilmente sus novelas encajaban ya sólo en el género negro. Ahora había también una tremenda carga social en ellas. La primera obra de esta serie de la crisis fue Con el agua al cuello, en la que Jaritos investigaba a un asesino en serie que mataba a banqueros. Le siguió Liquidación final, en la que las víctimas eran evasores fiscales y el asesino se convertía casi en un héroe popular. Ahora, Tusquets, el sello que ha editado toda su obra en español, ha publicado Pan, educación, libertad.

El título hace referencia al lema de la generación que se encerró en la Politécnica en el año 1974, que a la larga derivó en una clase política a la que los griegos responsabilizan en buena medida de la situación actual. Como no podía ser de otra manera, las víctimas de los asesinatos de esta tercera entrega de la serie de la crisis son miembros de aquella generación que terminó perdiéndose en la corrupción y llevando al país -junto con los banqueros de la primera novela y los defraudadores de la segunda- a la más absoluta de las ruinas.

Márkaris no pierde su sentido del humor, ése que le llevó a soportar las peores épocas de su vida, pero parece contagiarse de la amargura general, de la falta de esperanza y de futuro de un país al que España debiera mirar bien de cerca. El autor sitúa la acción en un futuro inmediato semiapocalíptico. Es el último día de 2013 y los griegos se han salido del euro para volver al dracma, hartos ya de la política de austeridad impuesta por la Unión Europea y que en el capítulo anterior provocó escenas tan duras como un suicidio colectivo. España e Italia seguirán el ejemplo y recuperarán pronto la peseta y la lira.

Los funcionarios griegos, y entre ellos la Policía de Jaritos, se preparan para un periodo de al menos tres meses sin cobrar. Jaritos se ve obligado por su esposa, la eficiente administradora y magnífica cocinera Adrianí, a dejar el coche en el trabajo y moverse en transporte público para ahorrar gasolina. Con lo contento que estaba Jaritos con su nuevo Seat, que se compró al principio de la trilogía para sustituir a su viejo Mirafiori.

En este escenario empiezan a aparecer muertos a los que el asesino ha dejado un teléfono móvil en el que, cuando llega la Policía, suena el himno de la generación de la Politécnica. Una de las víctimas es el padre de un joven cliente de Katerina, hija de Jaritos, ahora abogada dedicada a temas sociales, lo que hará que la investigación policial se mezcle con la vida personal del comisario.

Pero, como las obras anteriores, más que por su trama entretenida, el libro brilla en la descripción de la realidad griega. Manifestaciones a diario por las calles, edificios abandonados convertidos en comunas, organizaciones benéficas asumiendo el papel del Estado para dar de comer y proporcionar a cientos de personas... Y un detalle inquietante que incluye Márkaris en esta tercera entrega: el auge de los movimientos de ultraderecha. A Jaritos le preocupa que los neonazis griegos vean a los policías como sus hermanos. Márkaris escribió esto mucho antes de que la realidad le diera la razón: hace apenas unas semanas varios altos cargos de la Policía helena fueron detenidos por colaborar con los nazis de Amanecer Dorado.

El creador de esta excelente serie de novela negra ya ha advertido de que la crisis actual es peor que la guerra civil griega porque no hay esperanza para nadie. Hasta un tipo como él, siempre optimista, se ha hartado de ella.

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