Compareció el conjunto de Andoni Mercero en el Femás con una plantilla de cuerda similar a la de Al Ayre Español hace menos de dos semanas en el mismo festival, y fue de nuevo garantía de calidad y conocimiento del estilo en un programa también dedicado a la música barroca española, aunque en esta ocasión a la de la Capilla Real de mediados del siglo XVIII.

Como entonces, el nivel del concierto dependió más de la calidad de la música que de la de la interpretación, esta siempre irreprochable por parte del conjunto, pese a no tratarse de un repertorio fácil. Alicia Amo pareció contagiarse de la inspiración casi händeliana de Nebra y nos dejó un magnífico Salve Regina del bilbilitano, lleno de matices expresivos y variedad de ideas, ágil en la coloratura y susurrante en el piano. De menor interés fue su Corselli, al igual que la propia música lleno de oficio pero un tanto previsible, aunque siempre desde la belleza de un sonido de cierto vibrato, más poderoso en el registro agudo y grave que en el medio, y de conjunción exquisita con Mercero y la orquesta.

Como la de Nebra, también resultaron plenas de ideas originales las obras puramente instrumentales del programa: interesantes –sorprendentes las modulaciones de Albero, vertiginosa la fuga inicial de Corselli–, bien transcritas desde los originales para teclado y bien contrastadas por las cuerdas, en las que Artetxe supo hacer brillar la viola y el continuo acompañó compacto y claro. Alessandro Scarlatti abrochó un repertorio de fuerte aroma napolitano.