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Nigga | Crítica de Danza

El difícil arte de la provocación

Nora Chipaumire cantó y recitó sus textos sin bajar de su atalaya.

Nora Chipaumire cantó y recitó sus textos sin bajar de su atalaya. / Lolo Vasco

La definen como bailarina y coreógrafa. De hecho ha ganado tres premios Bessie, el último, en 2014, por Dark Swan, una particular versión de La muerte del cisne de Fokine, pero su terreno natural es la performance. En el claustro de los Muertos del monasterio de San Isidoro del Campo, sin embargo, Nora Chipaumire no bajó de su atalaya. Sentada con las piernas abiertas en lo alto de una plataforma llena de cajones de madera, con un pantalón corto y una chaquetilla de torero, cantó y recitó sus textos reivindicativos y críticos en torno a la historia y a la cultura africana. Unas canciones casi habladas, impregnadas de esos ritmos africanos que hipnotizan a quien los escucha, pero que, salvo alguna frase suelta más inteligible, casi nadie pudo entender. Junto a ella, un guitarrista de largos cabellos rubios, que se mantuvo toda la velada de espaldas al público, fue el encargado de la banda sonora, en la que también hubo muchos temas grabados.

El movimiento estuvo a cargo de un solo intérprete, que recorrió una y otra vez la diagonal entre la plataforma y el otro extremo de la escena, donde la instalación se completaba con unas sábanas rajadas y un alambre en forma de marco. Con una corona dorada en la cabeza (como la propia Chipaumire), siempre en posición vertical, su cuerpo flexible y atlético se expresó libremente a partir de los movimientos, llenos de una poderosa energía física, de algunas danzas africanas como la congoleña atalaku, girando a veces sobre una pierna, tocando el cajón y, en ocasiones, adoptando poses irónicas de exhibicionismo o enseñando la parte superior de sus calzoncillos Kalvin Klein. Seguramente, era portavoz de distintos arquetipos y de unos símbolos que nos faltaron claves para entender del todo.

El cuerpo masculino del africano, sujeto y objeto de 'Nigga' El cuerpo masculino del africano, sujeto y objeto de 'Nigga'

El cuerpo masculino del africano, sujeto y objeto de 'Nigga' / Lolo Vasco

Pasada media hora, Chipaumire, a la que le gusta acoger al público en sus piezas, anunció que iban a interpretar la rumba congoleña y no paró hasta que todo el público se puso a bailar en la escena hasta la despedida.

En el programa de mano y en sus presentaciones, la artista africana residente en Nueva York habla de crítica al capitalismo racista y de provocación pero, como hemos dicho en muchas ocasiones, en esta época y en este lugar, donde cada día vemos imágenes de cuerpos oscuros e hinchados sacados del Mediterráneo, provocar se ha convertido en una tarea bastante ardua. Si ése, y el de crear conciencia frente a África, eran los objetivos de Nigga (negrata), al menos en su parte escénica –ya se ha dicho que la mayoría de los textos no se entendieron- en el monasterio no los lograron ni remotamente.

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