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Cultura

La venta del Palacio de la Motilla frustraría un amplio proyecto cultural

  • El histórico inmueble alberga una riquísima colección de arte, muebles y archivos que se desperdigarán si se consuma la operación

  • La idea es hacerlo visitable para grupos con guías

Imagen exterior del Palacio de la Motilla.

Imagen exterior del Palacio de la Motilla. / José Ángel García

La venta del Palacio de los Marqueses de la Motilla podría frustrar un ambicioso plan cultural para el histórico inmueble que se venía gestando en los últimos siete años. Como adelantó este periódico, el actual marqués de la Motilla, Miguel Solís Martínez-Campos, y el empresario Mario López Magdaleno (que controla sociedades de ingeniería y tecnológicas como Magtel, Explotaciones Mineras del Andévalo o Tharsis Mining) cerraron recientemente un contrato por el que el segundo adquiría el palacio en una operación que se culminaría a finales del presente año. Dicha operación es completamente legítima y legal, pero supondría el fin de un amplio y ambicioso proyecto que estaban llevando a cabo el heredero del título, Fernando Solís, y su mujer, Eva Morejón, por el que este inmueble, perteneciente al linaje de los Fernández Santillán (al que pertenecen los todavía propietarios) desde la Reconquista de Sevilla, acogería diferentes actividades culturales y se abriría a las visitas públicas.

Están muy avanzadas las conversaciones con la Orquesta Barroca para acoger conciertos

Aunque el original estilo neomedieval italiano del palacio y su ubicación en la confluencia de las calles Cuna y Laraña hace que sea muy conocido por los sevillanos, lo cierto es que la mayoría ignora la gran riqueza artística que alberga. Cuadros, muebles, esculturas y archivos de gran valor hacen que el Palacio de la Motilla sea mucho más que un simple cascarón vacío en el que se puede hacer un hotel o cualquier otro tipo de proyecto, sino un auténtico museo en el que se refleja buena parte de la historia de Sevilla y España. En el momento que se consume la operación de venta toda esta concentración de obras de arte se dispersará irremediablemente, pudiendo pasar a otras provincias andaluzas (la familia es propietaria también del Castillo de Almodóvar, en Córdoba, por ejemplo) o incluso del país. Sólo hay que fijarse en su rica pinacoteca, compuesta por cuadros de una gran valía de diferentes épocas , desde un Crucificado de El Greco hasta un Zóbel de grandes dimensiones, pasando por una amplia colección de pintura flamenca y romántica o sus enconchados de temática religiosa, una rareza de un alto valor artístico que fueron realizados por artesanos japoneses cristianos en el México virreinal. A todo esto hay que sumar el importante archivo nobiliario que se conserva en este inmueble, con documentos que datan desde el siglo XIV al XX y que actualmente está abierto a las consultas de historiadores e instituciones sevillanas y de todo el mundo, como Yayoi Kawamura, Danielle Galleni, doctor en historia del arte por la Universidad de Pisa, Alfonso Pleguezuelo, Fátima Halcón, Benito Navarrete, Antonio Foscari Widmann Rezzonico, profesor de arquitectura en Venecia, The Art Foundation of USA, The Historical Society of New York y la Hispanic Society.

La idea de Fernando Solís y Eva Morejón, con una amplia experiencia en gestión cultural adquirida en la musealización del Castillo de Almodóvar, era doble. En primer lugar conservar la condición residencial del inmueble, con lo que seguiría siendo uno de los pocos palacios europeos vinculados al mismo linaje desde la Edad Media, nada más y nada menos que 800 años. Al parecer, el actual edificio se eleva en el solar que se adjudicó al linaje de los Fernández Santillán en los repartimientos que se realizaron tras la conquista de Sevilla en 1248. Esta no es una cuestión baladí, pues uno de los aspectos más valorados en la gestión del patrimonio histórico es la autenticidad de los espacios y el que sigan cumpliendo la función para la que fueron concebidos.

En segundo lugar se pretendía abrir el palacio a la ciudad y a sus visitantes. De hecho, ya estaban muy avanzadas las conversaciones con la Orquesta Barroca de Sevilla para organizar un ciclo de tres conciertos de música de cámara en el que participarían solistas de la OBS, abordando unos programas de diferentes estilos y géneros cortesanos europeos del S. XVIII.

Asimismo, en los últimos años se estaban desarrollando una serie de visitas privadas al palacio, aunque la intención era popularizarlas con un sistema de entrada por grupos, siempre con un guía que explicase el importante patrimonio histórico que allí se alberga. Al igual que ocurre ya con otros palacios de la ciudad (Las Dueñas, Pilatos o el de la Condesa de Lebrija) cualquier sevillano o turista podría visitar el de los Marqueses de la Motilla. Para ello, se está desarrollando desde hace siete años un minucioso programa de restauración y adecentamiento tanto de las diferentes obras de arte que allí se encuentran como de las estancias, entre ellas una del siglo XVI –con el artesonado de época– en la que se guarda toda la memoria del viaje que realizaron alrededor del mundo el entonces marqués de la Motilla y su hermano, el conde de Torralba, entre 1886 y 1887, un impresionante periplo que descubre una Sevilla ilustrada y cosmopolita en la que nunca se hace demasiado hincapié. En aquel gran viaje, los dos nobles compraron una gran cantidad de objetos y muebles de todo el mundo que todavía se conservan y que conforman el retrato del gusto imperante en la aristocracia europea de finales del siglo XIX, en plena España de la Restauración. En esta labor de restauración también destaca la recuperación del llamado salón Coppedè, una impresionante estancia adornada con las pinturas del pintor italiano Carlo Coppedè, precisamente el hermano de Gino Coppedè, el arquitecto que, a principios del siglo XX, diseñó la transformación del palacio para alinearlo con la nueva calle Laraña –abierta por entonces– y darle su actual aspecto neomedieval toscano. La familia Coppedè se encargó de diseñar el mobiliario de algunas estancias del Palacio, uno de los ejemplos de artesanía de la madera más finos y delicados que se pueden ver en Sevilla.

Otro de los objetivos de este plan cultural para el Palacio de los Marqueses de la Motilla era potenciar su uso cinematográfico o televisivo, algo para lo que, no hay duda, tiene muchísimas posibilidades. Ya se había dado un paso importante en este sentido con la celebración de los premios MTV que acogió Sevilla en 2019. Además, el palacio ha servido como escenario para el rodaje de series de televisión como La Peste y Motherfatherson, con Richard Gere como protagonista.

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