PIERROT LUNAIRE | CRÍTICA

Cabaret expresionista entre Viena y Berlín

Rosique, Díaz y el grupo instrumental de la ROSS.

Rosique, Díaz y el grupo instrumental de la ROSS. / Guillermo Mendo

Maratoniana semana la que Oliver Díaz ha tenido en Sevilla con tres programas diferentes, rematando con la para nada fácil cita con el Pierrot Lunaire de Schoenberg. Salvo en momentos en los que no acertó en el equilibrio de las dinámicas en función del nivel sonoro de Ruth Rosique (especialmente cuando cantaba en la franja grave), con detrimento de la presencia de la voz en relación con el grupo instrumental, Díaz acertó en establecer esa atmósfera ácida, con momentos de agresividad metálica y descarnada, que la partitura requiere. En alternancia, eso sí, con momentos de sonido ensoñador, delicado y etéreo. Disfrutó para ello de la colaboración de un estupendo grupo instrumental. Dado que no hubo programa de mano y que buscar los nombres de los músicos en la caótica web de la orquesta resultó imposible, no podemos identificarlos, pero vaya desde aquí nuestra felicitación a todos ellos, con especial mención al responsable de los varios clarinetes.

Ruth Rosique se enfundó a la perfección en el Sprechstimme, en esa declamación sinuosa que se mueve entre la voz natural y la impostada, con plena atención a la acentuación y a la claridad en la articulación. Dosificó con sentido expresivo los portamenti y los glissandi. En las canciones de Weil fraseó con el necesario deje canalla y cabaretero.

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