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SALGUERO, MATA Y GAVILÁN | CRÍTICA

Declaración de amor a dos voces

Antonio Salguero, Aldo Mata y Pedro Gavilán

Antonio Salguero, Aldo Mata y Pedro Gavilán / ACTIDEA

De las diversas conmemoraciones que este año se celebran en el mundo musical (Barbara Strozzi, José Marín, Hector Berlioz, Jacques Offenbach), quizá una de las más interesantes sea la de Clara Wieck-Schumann, nacida en 1819 y fallecida en 1896, por tratarse de una compositora cuya obra está ya en franco camino de normalización en el repertorio y por haberse convertido durante su existencia en el foco de una de las más intensas y creativas redes de relaciones, con su marido Robert a un lado y su callado enamorado Johannes Brahms al otro. El primero de los conciertos del Alcázar en rendir memoria a esta mujer excepcional tuvo como centro temático obras de cámara de los dos hombres de su vida.

En la versión autorizada para chelo del propio Schumann, Mata y Gavilán abordaron las tres Fantasiestücken en versiones caracterizadas por el sonido cálido y aterciopelado del chelo de Mata (que toca con cuerdas de tripa y sin pica), con muy controlado vibrato y un sentido del cantabile exquisito, con el consecuente fraseo delicado, rico en regulaciones y con leves toque de portamenti siempre con sentido expresivo.

Salguero protagonizó las romanzas también de Schumann. Con la complicidad del piano siempre eficaz, preciso y controlado de Gavilán, Salguero hizo a su clarinete cantar estas declaraciones de amor con una sensibilidad y un cuidado en la articulación sobresalientes. Ya los tres firmaron una versión del op. 114 de Brahms llena de detalles, de sensibilidad y belleza.

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