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Icónica Sevilla Fest

Reencuentro con viejos amigos

  • Seguridad Social y Hombres G recordaron, 30 años después de la Expo'92, ahora ante el público de Icónica Fest, otro tiempo en el que fuimos jóvenes

David Summers, al frente de Hombres G, en la Plaza de España

David Summers, al frente de Hombres G, en la Plaza de España / Juan Carlos Vázquez

Tal día como ayer, de hace treinta años, el 12 de octubre de 1992, se clausuraba la Expo, que se había venido desarrollando durante los anteriores seis meses, culminando así un periodo de tiempo, que ya se había iniciado con los preparativos de la magna exposición, que cambiaron para siempre muchísimos aspectos sociales y urbanos de nuestra ciudad. Una fecha tan señalada no ha pasado desapercibida para los organizadores de Icónica Sevilla Fest, que han querido rendir homenaje a aquel acontecimiento con un concierto doble que ha reunido a dos de las bandas más importantes de todas las que fueron desfilando por el escenario de la Plaza Sony, el que presidía el gigantesco Jumbotrón, durante el desarrollo de la Expo’92, sustituido esta vez por el de la Plaza de España, ante el que se reunieron más de 9.500 espectadores para ver en directo a Seguridad Social y los Hombres G.

Todo comenzó con una hora y media de adelanto sobre el horario habitual de las diez de la noche, siendo Seguridad Social la primera de las bandas en subirse al escenario y ya desde el inicio, con La camisa de once varas, convirtieron su concierto en el reencuentro con un amigo, con un cúmulo de sensaciones in crescendo, desde esa canción que abría también su disco repleto de Vino, tabaco y caramelos de 1988, ya de por sí fuerte, con la potente batería conduciendo el ritmo y su fácilmente tarareable estribillo de na na na naaa que invitaba a participar en los coros a todo el mundo, pasando por la serena turbación de Que no se extinga la llama, los arrebatos bailables de Mi rumba tarumba y la melodía acelerada de Solo tú (eres mi pasión), hasta llegar a la emoción exultante de Acuarela, la canción de Toquinho con la que José María Comesañ, el carismático cantante de la banda, nos recordó que en los mapas del cielo el sol siempre es amarillo.

José María Comesañ, al frente de Seguridad Social José María Comesañ, al frente de Seguridad Social

José María Comesañ, al frente de Seguridad Social / Juan Carlos Vázquez

Fue esa canción un punto de inflexión entre la intensidad física y la emocional, porque desde ahí enlazaron El viajero, una de las canciones más elaboradas de toda su carrera, y Me siento bien, para de nuevo, como si nuestro corazón estuviese en una montaña rusa, volver a una nueva descarga de adrenalina con Quiero tener tu presencia, absolutamente vibrante y con toda la audiencia volcada con esta Seguridad Social que ahora componen, además de Comesañ, el guitarrista Javi Vela, el bajista Jorge Molina y el batería Víctor Través, músicos unidos a la causa entre los últimos cuatro a ocho años, pero capaces de mantener la rabiosa lectura de las canciones como la otra docena larga de miembros que han ido pasando por la banda anteriormente desde que se fundó en 1982. Todos ellos mantuvieron la fiesta con A tontas y a locas (pa qué me provocas) y se lucieron especialmente con la siguiente, 1, 2, 3, mueve los pies, mezclada con estrofas de Que te voy a dar, en una brillante introducción de la sección rítmica y un solo de guitarra totalmente killer, que marcó el tono para la recta final, a toda velocidad: El ritmo del corazón, Acción, Condenado a vivir y… pequeña pausa dramática, grito… Chiquillaaaaaaa. Y todo saltó por los aires.

Pero Seguridad Social es una banda que se había curtido con el punk, aunque luego se pasase a canciones de ritmos más latinos, y no podía faltar un recuerdo a aquella primera época, que además todos estábamos esperando, porque no podíamos irnos sin la descarga de ska que es Comerranas. La tuvimos, claro, y aderezada además con momentos extraídos de Reggae conexión; luego aceleraron con respecto a la versión grabada los ritmos rumberos de El amor te vuelve gilipollas y se despidieron con un divertimento de casi un cuarto de hora, que al fin y al cabo no es más que eso Un beso y una flor, el clásico de Nino Bravo que esta banda convirtió en otro ska, pero más tranquilito, como para serenar los ánimos y permitirnos disfrutar de los solos de cada uno de los músicos mientras Comesañ los fue presentando. Las voces de todo el público cantando los famosísimos versos de la canción al final de ella se fueron fundiendo con el What a wonderful world de Joey Ramone lanzado desde la mesa de sonido, mientras la banda correspondía con sus saludos a la gran salva de aplausos que le dirigieron.

Seguridad Social en la Plaza de España Seguridad Social en la Plaza de España

Seguridad Social en la Plaza de España / Juan Carlos Vázquez

Esta noche habíamos venido a pasarlo bien y desde que Hombres G empezaron a tocar así nos lo hicieron saber con la declaración de intenciones que fue su primera canción, Voy a pasármelo bien. Las primeras cinco canciones definieron lo que iba a ser su concierto, una sucesión de éxitos de sus años dorados, 1986 al 89, que tuvo continuidad de nuevo al final del set con otra ristra más de piezas seguidas de esta época, para terminar en los bises todavía más atrás en el tiempo, con Venezia y Devuélveme a mi chica, sus rescates del disco de título homónimo con el que debutaron en 1985. En medio quedaron intercaladas un par de ellas extraídas de su último disco, La esquina de Rowland, del año pasado, la que le daba título y Voy a rezar, y apenas unas pinceladas más de sus tiempos de madurez, con Lo noto, ¿Qué soy yo para ti? y No te escaparás, por las que el público no pareció mostrar excesivo interés. El resto, historia del pop español con canciones que, comparadas con otras de muchas más pretensiones, no han envejecido mal con el paso de las décadas: El ataque de las chicas cocodrilo, Chico tienes que cuidarte, Un par de palabras, Me siento bien, Te quiero, Indiana, Nassau y, sobre todo, el trío de Suéltate el pelo, Visite nuestro bar y Marta tiene un marcapasos, una apoteosis de miles de gargantas cantando a la vez la letra de esta canción, que iba a apareciendo en la pantalla como si fuese un karaoke gigantesco, tras la que llegó la primera despedida. Volvieron a aparecer con David de protagonista absoluto en la interpretación de Temblando, tras la que llegaron Venezia y Devuélveme a mi chica para terminar, ahora sí definitivamente, con el entusiasmo general desbordado.

Hombres G Hombres G

Hombres G / Juan Carlos Vázquez

David Summers, bajista y cantante; los guitarristas Rafa Gutiérrez y Dani Mezquita, y el batería Javier Molina, llevan juntos cuarenta años en Hombres G, una banda de probada experiencia, abundante audiencia y reconocida solvencia en el universo del pop español, que han conseguido -y este concierto fue una nueva muestra de ello- penetrar a través de la barrera de prejuicios y tópicos que suelen mostrar los seguidores de otra clase de música más, llamémosle, profunda, que se pierden todo el divertimento y la algazara que propicia un revolcón de alegría como este, que no necesita de ninguna otra clase de análisis para mostrarse efectivo, elástico y convincente.

La forma de cantar de David, la concepción rítmica que tiene junto a Javi y la sorprendente intuición guitarrera de Rafa y Dani, fueron los pilares de un concierto impecable, que contó además con el saxo de Juanito Piscinas Muro, sobresaliente sobre todo en su solo de Te quiero, y los teclados de Jason Paradise, que lo llenaron todo en la introducción de Venezia, acompañando la voz de Javi. Todos lograron una variedad de matices, destellos y quiebros con los que nos contagiaron esa forma de pasárselo bien que mostraron en el escenario y que mencioné al principio de la crónica, recalcándolo de nuevo ahora, al final de ella, para cerrar un círculo divertido y lo suficientemente amplio para abarcar más allá de nuestras expectativas.

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