Toreo en la Alameda
Chavales de entre 9 y 16 años se dan cita en el corazón de Sevilla y centro histórico taurino, sorprendiendo a los paseantes con una sesión de toreo de salón
Un puñado de niños dibujaban verónicas ayer en la Alameda, esa médula sevillana de la tauromaquia donde asentó sus reales Manuel Jiménez Chicuelo (Sevilla, 1902-1967), a quien en septiembre quieren erigir un monumento muy cerquita de su casa, en este mismo paseo. La gente se paraba y se frotaba los ojos. "¿Cómo, niños toreando en la calle?" Sí, chavales de muy distintas edades volaban sus capotes en el mismo sitio donde Joselito el Gallo se perdía de niño para torear de salón. Toreo en esta Alameda con callejuelas donde hasta mediados del siglo XX los amaneceres se impregnaban de quejíos de cante grande, en juergas al alimón de flamencos y toreros.
"Aquí -dice Antonio, albañil jubilado-, yo también soñé con ser torero y con un capotillo jugué con otros niños a torear". Se acercan más vecinos para disfrutar del toreo de salón y un par de niñas sujetan los capotes y una señora, más allá, comprueba el peso de una muleta y dice: "¡Vaya si pesa! ¿Y esto lo movéis delante de un bicho como si ná?". Y los niños continúan dibujando naturales, mientras sueñan con debutar en la Maestranza. El aficionado Fernando Vázquez, artífice de la idea, se muestra satisfecho: "Es la primera piedra para demostrar que todavía se juega al toro en Sevilla. Al final, como ha visto, varios niños de los vecinos se han lanzado también a jugar al toro. Los próximos fines de semana vendrán más chavales".
Muchos mayores fijaban sus ojos en un crío de 9 años, Juan Pedro García Calerito, que con un desparpajo insólito para su edad refiere: "Nunca había venido a la Alameda. Mi padre me ha contado que aquí vivió Chicuelo, el inventor de la chicuelina" y a continuación refiere: "Llevo desde los siete años como alumno de la Escuela de Espartinas. Pero queriendo ser torero, desde los cuatro años. Ya he toreado dos o tres becerras en el campo ¿Miedo? Claro que sentí miedo, igual que todo el mundo. Para ser torero hay que tener miedo y superarlo". Precisamente, Felipe Sánchez, como coordinador de la Escuela Municipal de Tauromaquia de Espartinas, afirma que la matinal en La Alameda, con niños jugando al toro, la mayoría de escuelas, "es una manera para reivindicar algo tan normal como torear en la calle, porque la calle es de todos".
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