EL DÚO DE LA AFRICANA | CRÍTICA
Cuando la Zarzuela se ríe de la Ópera
Cómic
Si se echa la vista atrás, a través del larguísimo y exitoso curriculum del guionista Chris Claremont, me atrevería a decir que pese a ser mundialmente conocido y bautizado como el ‘padre’ de los mutantes, creo que la colección en la que tuvo más libertad creativa y, sobre todo, se lo pasó mejor, fue sin duda Excalibur.
Con un grupo de personajes tan variopinto como el Capitán Britania, la multiforme e indecisa Meggan, y el trío de mutantes formado por Kitty Pryde, Rondador Nocturno y la poderosa Fénix, se saca de la manga un universo (o mejor, debería decir universos) en los que los protagonistas van a vivir mil y una aventuras, dejando por el camino multitud de guiños y homenajes tanto a personajes de la cultura pop británica como a diferentes mundos creados por famosos escritores del género fantástico y famosas producciones cinematográficas.
Y eso que esta colección, como su creador, tiene un fuerte acento británico. Os reto, por ejemplo, a descubrir la presencia de uno de los peores enemigos del Dr. Who…
Pero, si por algo es conocido Chris Claremont es por su habilidad para trazar diferentes líneas argumentales que, con el tiempo, irá resolviendo. Y aquí, obviamente, vamos a encontrarnos con algunas. Os aseguro que todos y cada uno de los protagonistas van a tener su momento. Ya sea por amores no correspondidos, traumas del pasado, etc…
A bordo de un tren perteneciente a una versión ‘nazi’ del grupo, estos van a empezar a dar imprevistos saltos de una realidad paralela a otra. Y es que a bordo del vehículo les acompaña un misterioso artilugio al que bautizarán como Cacharro que, aprovechando la energía Fénix de Rachel Summers, los transportará al principio de este volumen a un mundo de caballeros, princesas… y príncipes como el joven William, que se va a quedar prendado por la belleza de la joven Kitty Pryde, que se las va a ver y desear para librarse de una inevitable boda.
Sin adelantar mucho más de la trama, sí, conseguirán escapar de bodorrio, pero tan solo para ir de cabeza a una versión desquiciada y violenta del Universo Marvel, donde tendrán que vérselas, irremediablemente con algunas más conocidas creaciones de la Casa de las Ideas…
Como os decía antes, Claremont es un hábil arquitecto narrativo, y otra de las líneas argumentales de la colección nos lleva junto a la Tecno-Red, ese grupo de mercenarios espacio temporales que, atrapados en nuestra realidad, van a ser contratados por Nigel Frobisher para que rescaten de las garras del Dr. Coco al hermano de Brian Braddock, el desquiciado y muy peligroso Jamie, hecho este que va a traer más de una problema al desaparecido grupo en un futuro inmediato.
Aunque tal vez mi arco favorito incluido en este volumen es aquel en el que los protagonistas aterrizan en un mundo que homenajea a la genial creación nacida de la fértil imaginación del escritor norteamericano Edgar Rice Burroughs, John Carter de Marte.
En este paisaje, Excalibur va a vivir una gran aventura, rodeados de naves voladoras que surcan el desierto rojo, voluptuosas princesas, letales combates a espadas seres con cuatro brazos… En fin, todo lo que incluye una gran peripecia, no exenta de sus momentos humorísticos, de los que vamos a toparnos con muchos en estas páginas.
Pero claro, no puedo obviar uno de los motivos por el que esta colección tuvo un éxito brutal. Y es su parte gráfica, en la que el también inglés Alan Davis dejó lo mejor de sí, regalándonos unas páginas que ya son merecedoras de estar colgadas en un museo y aportando también su talento como escritor.
Por desgracia, la enfermedad lo alejó temporalmente del título, y un baile de diferentes dibujantes vino a tratar de cubrir su hueco, hecho éste harto difícil pero que nos deja la oportunidad de disfrutar del trabajo de Dennis Jensen, Rick Leonardi, Chris Wozniak, Barry Windsor Smith, Colleen Doran y David Ross.
Hasta el propio Claremont será sustituido por otros guionistas como Michael Higgins, Terry Austin o Dana Moreshead, ya que en aquellos años eran muchas las colecciones éste llevaba adelante, y de vez en cuando necesitaba un respiro.
Afortunadamente, Davis pudo regresar para completar con su arte el final de esta larga saga de viajes a los largo de diferentes realidades, dándoles el cierre que todos esperábamos aunque, cuando creen estar de vuelta a ese faro que se ha convertido en su hogar, ‘alguien’ llama a la puerta… ¡Y la aventura vuelve a comenzar!
También te puede interesar
EL DÚO DE LA AFRICANA | CRÍTICA
Cuando la Zarzuela se ríe de la Ópera
Al otro barrio | Crítica
No soy racista, tengo un amigo negro