Lágrimas que bailan

Accademia del Piacere | Crítica

Carmen Fumero, Quiteria Muñoz y Accademia del Piacere en Artillería
Carmen Fumero, Quiteria Muñoz y Accademia del Piacere en Artillería / D. S.

La ficha

ACCADEMIA DEL PIACERE

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II Ciclo de Las Noches de Euterpe. Accademia del Piacere: Quiteria Muñoz, soprano; Fahmi Alqhai, quintus; Johanna Rose, viola tenor; Christoph Urbanetz y Teodoro Baù, violas bajas; Rami Alqhai, violone; Carles Blanch, laúd; Agustín Diassera, percusión. Carmen Fumero, bailarina, coreografía, escenografía y dramaturgia (con Antonio Ruz). Director: Fahmi Alqhai.

Programa: Ars Melancholiae. La catarsis del alma

John Dowland (1553-1626): Lachrimae, or Seven Tears / Gallardas diversas / Now, o now, I Needs Must Part

William Byrd (1543-1623): Fair Britain Isle / Ye sacred muses / Out of the Orient Crystal skies / In Angel's Weed / I thought that love

Lugar: Sala Espacio Escénico de la Real Fábrica de Artillería. Fecha: Sábado, 7 de junio. Aforo: Lleno.

Lachrimae, or Seven Tears es una obra que John Dowland publicó en 1604 durante su estancia en la corte danesa, aunque sus semillas –la pavana Flow my tears– habían germinado años antes. Se trata de una de las cimas expresivas del consort inglés: siete pavanas que despliegan variantes afectivas del lamento (el célebre tetracordo descendente que llevaba dando vueltas por Europa desde hacía siglos) a través de un sutil trabajo de cromatismo, disonancia y retardo, y que fueron admiradas tanto por su profundidad melancólica como por su refinada arquitectura polifónica.

Accademia del Piacere se adelantó a las celebraciones por el cuarto centenario de la muerte del gran maestro inglés con este concierto coreográfico, marcado por la presencia escénica de la bailarina Carmen Fumero, en significativo diálogo con la música. Fumero apareció primero en un silencio expectante, sin música, casi como un eco del llanto que estaba por venir. Luego animó con vivaz soltura la Gallarda del rey de Dinamarca, pero fue en Lachrimae gementes donde su intervención alcanzó una conmovedora plenitud. Su movimiento parecía nacer del interior de la propia partitura, como si el cuerpo se hiciera resonancia de la tristeza armónica. El inicio de Lachrimae tristes prolongó esa línea de lirismo contenido. Sugerente su movimiento durante la afinación del grupo a mitad del concierto y emotiva su sobria interacción con Quiteria Muñoz en In Angel's Weed.

Muñoz, asentada ya como la voz del conjunto sevillano, cantó de manera formidable por elegancia, refinamiento, dulzura y profundidad expresiva una serie de bellísimas consort songs de William Byrd, culminando con una canción de Dowland cercana al mundo de la balada popular, a la que dio un toque de sensual delicadeza por completo embelesador.

Las violas de Accademia, junto al laúd de Carles Blanch, ofrecieron un sonido de una transparencia exquisita, trabajado al límite el equilibrio, lo que se sustanció en una pasta tímbrica sugerente y llena de matices. El empaste fue impecable: las cinco violas dialogaban con una flexibilidad y precisión admirables, mientras el laúd tejía una base armónica dúctil y sutil, que sostenía sin invadir, clarificaba sin enfatizar. Alqhai tomó la decisión de que Blanch tocara en solitario Lachrimae coactae, en la reducción ornamentada para laúd del original. Se trata tal vez de la más sombría y técnicamente exigente de las siete pavanas, por las líneas gravísimas adjudicadas al quintus y la viola tenor, y en su versión puramente laudística la música adquirió una pátina de recogimiento extremo, de despojada melancolía, como si la polifonía se hubiera replegado sobre sí misma. Sobriamente convincente las intervenciones con la percusión de Agustín Diassera, principalmente en las chisposas gallardas.

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