Aulas de combate

Desde la Bruselas de los barrios multiculturales más radicalizados y peligrosos, Amal se suma a ese cine francófono que pone el dedo en la llaga de los problemas del sistema educativo público en tiempos de (falsa) corrección política en aras de la convivencia pacífica entre comunidades cada vez más alejadas en el proyecto social común.

Amal es el nombre de la profesora de Literatura que tiene que lidiar cada día con una clase conflictiva, indisciplinada e incluso violenta dividida por la condición musulmana de la mayoría llevada al extremo de una islamización creciente alimentada por el entorno del barrio pero también por un profesor-imán que manipula las conciencias de los jóvenes.

La película de Jawad Rhalib escala muy pronto la tensión en el aula a partir del caso de acoso físico y viral a una joven por su condición homosexual, una tensión que Amal, interpretada por Lubna Azabal con una fortaleza y determinación moral descomunales, intenta gestionar entre lecciones de poesía clásica y una resistencia a la tempestad que la convierten en la verdadera heroína trágica de este drama social con más preguntas que respuestas y, sobre todo, con menos optimismo regenerador del que podría esperarse.

Es Amal una película valiente, incómoda y desafiante con los discursos políticamente correctos sobre la integración y la convivencia multicultural, doblemente si pensamos que lo hace además desde el propio marco del Islam como ámbito retorcido y malversado a partir del odio y el ánimo justiciero. Rhalib aborda el conflicto sin voluntad de estilo, pegado a los cuerpos y los rostros de sus intérpretes, intentando invisibilizar la cámara en la acción, la dialéctica verbal y el movimiento. Su película materializa de manera didáctica el fracaso de un proyecto y un ciclo de violencia al que, por ahora, no se ve salida.