Tienes un amigo

Crítica 'James Taylor'

James Taylor (Boston, 1948), el martes en Sevilla.
James Taylor (Boston, 1948), el martes en Sevilla.
Salvador Catalán

19 de marzo 2015 - 05:00

James Taylor: voz, guitarras y armónica. Michael Landau: guitarras. Larry Goldings: teclados. Jimmy Johnson: bajo. Steve Gadd: batería. Andrea Zonn: coros y violín. Arnold McCuller, Kate Markowitz: coros. Lugar y fecha: Fibes, 17 de marzo de 2015. Aforo: Tres cuartos.

Cuando James Taylor tocó micrófono en el Auditorio Fibes, el público ya estaba de pie aplaudiendo su simple presencia sobre las tablas. Continuas peticiones de títulos de su repertorio, veinte minutos de fotos, firmas y saludos a pie de escenario durante el interludio del concierto e incluso alguna que otra declaración de amor a voz en grito desde el casi repleto aforo ilustraron durante las siguientes dos horas y media la crónica de un éxito anunciado. De hecho, la inmensa mayoría de los asistentes acudieron a este tercer concierto de su gira española prestos a recrearse con algunas de las canciones de su vida, puestas en boca de un maestro del soft folk de hechuras clásicas e ideario progresista, dispuesto a reivindicar tanto su modelo como su vigencia.

El primero quedó suficientemente expuesto en una colección donde sus temas clásicos -del inicial Something in the way she moves que registró en 1968 bajo la tutela de los mismísimos Beatles hasta el cierre, ya en los bises, con el aclamado You've got a friend de la amiga Carole King- marcaron la pauta. De hecho, casi ninguna de sus canciones posteriores a 1977 ha arraigado en una memoria colectiva que quedó retratada en la calurosa acogida dispensada a temas de propio cuño como Mexico, Country road, Walking man, Sweet Baby James, Shower the people o la sempiterna Carolina in my mind interpretada con el respaldo del estupendo trío vocal que arropó su excelentemente conservada voz. Para rematar este poderoso guión, calcado de anteriores presencias en Barcelona y San Sebastián y en el que se echó en falta la deliciosa You Can Close Your Eyes, surgió el contagioso blues Steamroller que destapó la, un tanto desubicada, faceta eléctrica del bostoniano. En distinto plano quedó la tibia atmósfera generada por composiciones menos reconocibles -One More Go Round- y más recientes como la reposada You and I again con el remate del violín de Andrea Zonn. El matiz puso de manifiesto la estricta observancia del pasado de un autor cuya producción en estudio con material propio durante los últimos 25 años se resume en tres álbumes.

El despliegue de este cancionero -reforzado por el clásico soul de la Motown popularizado por Marvin Gaye How sweet it is (to be loved by you) o por el guiño a Buddy Holly con ese Everyday grabado por nuestro protagonista hace ya tres décadas- se realizó con soltura, abrigado por un cuadro instrumental de lujo que sin duda mereció más protagonismo. Obviamente, la banda sonó compacta y sobrada, liderada por un Taylor en muy buena forma a sus 67 años recién cumplidos, delgado y con gorra, dialogante y expresivo, y que, como suele ser habitual, cuajó un tanto el tempo de su exposición con la intención de recalcar un preciosismo melódico que no puede negar el acatamiento de su horma hasta rozar a veces el mimetismo. Detalle nada importante para un público que esperaba con los brazos abiertos el reencuentro con las acogedoras canciones de un viejo amigo a través de una liturgia plagada de complicidades, nudos emocionales y plenamente disfrutada por todas las partes.

stats