Un western en el zoológico chino
Black Dog | Crítica
La ficha
*** 'Black dog'. Drama-Western, China, 2024, 112 min. Dirección: Guan Hu. Guion: Rui Ge, Guan Hu. Fotografía: Weizhe Gao. Música: Breton Vivian. Intérpretes: Eddie Peng, Tong Liya, Zhang Yi, Jia Zhangke.
Todos los temas y asuntos de esta Black dog que pasó por Cannes en 2024 remiten casi miméticamente a los del cine de Jia Zhangke o incluso al de Wang Bing, hermanos y maestros mayores de esa Sexta Generación a la que también pertenece Guan Hu.
El desmantelamiento del viejo orden industrial y sus consecuencias sociales, la transformación radical del paisaje arquitectónico y social, el brusco tránsito del trabajo y el esfuerzo colectivo al dinero rápido, la alienación… De todo ello habla un filme que, como otros títulos de Zhangke (pienso en Un toque de violencia), que no casualmente aparece aquí en un pequeño papel como mafioso local, asume la parábola animal como explícito trasunto para acompañar con elocuente sequedad a un regresado silente, prototipo sacado del western y trasladado aquí a la provincia minera y desértica en los contornos del Gobi, que busca reintegrarse en la localidad de la que salió para ingresar en prisión tras un desafortunado incidente.
Nuestro protagonista encuentra pronto en uno de los millares de perros rabiosos que vagan abandonados entre las ruinas el espejo en que mirarse y la compañía fiel para mitigar una soledad apenas cuestionada por las deudas pendientes y un leve brote romántico que tampoco parece apuntar demasiado lejos.
Black dog se va poblando así poco a poco de perros, serpientes, lobos, tigres y otras especies a la fuga que funcionan de manera tal vez demasiado obvia como metáforas de la propia situación e inadaptación de nuestro protagonista, sumido en una silenciosa rutina circular de trabajo y supervivencia que confirma la imposibilidad de prosperar en un lugar convertido ya en territorio fantasma.
La película promete mucho más de lo que da tras una primera y brillante media hora que diluye luego sus ideas en la repetición y la acumulación, también en azares y accidentes demasiado caprichosos que revelan a un mejor director que guionista, sobre todo cuando aprovecha el formato panorámico para recordarnos el sustrato mítico de un paisaje con figuras, hombres y animales, a los que sólo les queda ya la salida por carretera.
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