La noche eterna de las brujas

Akelarre | Crítica

Amaia Aberasturi y Àlex Brendemühl en una imagen de 'Akelarre'.
Amaia Aberasturi y Àlex Brendemühl en una imagen de 'Akelarre'.

Ficha

** 'Akelarre'. Drama, España-Argentina, 2020, 90 min. Dirección: Pablo Agüero. Guion: Pablo Agüero, Katell Guillou. Fotografía: Javier Agirre. Música: Maite Arrotajauregi, Aránzazu Calleja. Intérpretes: Amaia Aberasturi, Àlex Brendemühl, Daniel Fanego, Daniel Chamorro, Iñigo de la Iglesia, Yune Nogueiras, Asier Oruesagasti, Elena Uriz.

Los tiempos parecen propicios para hacer de los relatos ancestrales de brujas perseguidas y quemadas un pretexto para la reivindicación feminista y la denuncia heteropatriarcal, y el argentino Pablo Agüero (Salamandra) se suma a ellos con esta historia ambientada en el País Vasco de 1609 y filmada entre hermosos cuadros de luz tenebrista en formato cuadrado.

En un pueblo costero de hombres salidos a la mar, las mujeres abandonadas trabajan, cantan y juegan libres hasta la llegada de un destacamento del reino liderado por el juez Pierre de Lancre (Àlex Brendemühl, en su línea plúmbea) dispuesto a colgar en la hoguera a toda hembra sospechosa de practicar la brujería en alianza con el demonio.

Akelarre se encierra entonces en interiores, habitaciones y celdas para delinear su relato suspendido en el que la realidad del proceso inquisitorial y los vuelos oníricos de las féminas se dan el relevo en una sucesión poco fluida de imágenes de innegable belleza y sensualidad que no encuentran empero su correspondencia con la torpeza del texto escrito y dialogado y las dudosas prestaciones de un elenco que subrayan demasiado el carácter contemporáneo de la propuesta.

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