Vitalidad festiva y marginal de la serie B

Pasajero oculto | Estreno en Movistar+

Chlöe Grace Moratz, heroína empoderada en plena Segunda Guerra Mundial.
Chlöe Grace Moratz, heroína empoderada en plena Segunda Guerra Mundial.

Ficha

**** 'Pasajero oculto'. Acción, Nueva Zelanda, 2020, 83 min. Dirección: Roseanne Liang. Guion: R. Liang y Max Landis. Fotografía: Kit Frazer. Música: Matt Jantzen. Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Callan Mulvey, Taylor John Smith.

Hubo un tiempo en que la serie B exhibía su condición de segundona para las sesiones dobles y los cines de barrio y su libertad de vuelo para trabajar los géneros desde la audacia y el posibilismo. Esa serie B es hoy ya carne marginal de festivales especializados y parrillas lejanas, cuando no ha sido directamente engullida por ese audiovisual global empeñado en dar liebre por gato bajo su paleta de colorines corporativos.

Pero hay cintas como esta Pasajero oculto de Roseanne Liang que, desde Nueva Zelanda, se resisten al disimulo y exhiben orgullosas su economía de medios (e ideas), su desparpajo y su espíritu gamberro para reconciliarnos con el cine como una forma de entretenimiento popular desprejuiciada, capaz también de introducir su lectura contemporánea en un producto de consumo rápido.

Pasajero oculto responde al sencillo y delirante high concept de cinta de aviones de guerra (IIGM) + mujer protagonista + bicho a bordo, un esquema que pone boca abajo la testosterona machirula habitual del género para convertir en heroína coraje a una mujer (valiente Chlöe Grace Moretz) dispuesta a todo con tal de mantener a salvo su particular paquete confidencial. Un avión convertido en escenario único para su lucimiento como poderosa fajadora de voces agresivas e inopinada guerrera contra una monstruosa criatura salida de aquella mítica serie The Twilight Zone en plena batalla aérea contra los japoneses.

Si hace dos años disfrutábamos de lo lindo viendo a Sam Elliott cazando a Hitler y a Bigfoot entre la Alemania nazi y la frontera con Canadá, toca ahora dejarse llevar por esta montaña rusa del disparate guionizado y el cine entendido como un viejo parque de atracciones con tren de la bruja y sorpresas constantes, una película divertida, desprejuiciada, empoderada, astuta y, ante todo, insobornablemente festiva.

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