Una danza híbrida

El Festival de Itálica se ha clausurado este fin de semana con Ethnicity, un espectáculo de danzas urbanas producido por el propio festival y dirigido por Gsus Villaú, coreógrafo revelación de la pasada edición con su Obsolescencia programada. Una propuesta arriesgada que llenó las cáveas romanas de un público jovencísimo, poco frecuente en espectáculos de otros géneros.

El hecho de dirigir una escuela de danzas urbanas le ha dado a Villaú la oportunidad de reunir a más de una veintena de bailarines, incluyendo a un grupito de estudiantes de 12 y 13 años, amén de algunos profesores invitados, como Pastor Obiang, que subieron el nivel interpretativo de la velada.

En el programa se hablaba de guión, de confluencia de danzas en la cultura urbana... pero lo que vimos no fue más -ni menos- que una sucesión de diferentes piezas cortas de distintos lenguajes -incluido el flamenco y la danza clásica hindú- sin ningún tipo de unión o hilo conductor. Piezas muy dinámicas, con gran velocidad y muchas ganas, pero algo alejadas, en nuestra opinión, del espíritu con que nacieron el break-dance y todas esas danzas denominadas urbanas, que se caracterizan por una verdad, casi siempre llena de rebeldía, que habla de la necesidad de los jóvenes de encontrarse a sí mismos, o de encontrar un lugar en el mundo globalizado que han heredado. Una verdad diluida aquí entre humo, largas faldas blancas y negras y escenas corales de gran musical.

Casi al final, y al igual que en el anterior trabajo, el sevillano Dannyzoo (Daniel Gómez), que no aparecía en el programa (¿olvido o recurso de última hora?), realizó un brillante solo en el que exhibió sus muchas facultades, muy cercanas al terreno circense.