El desafío del color
El profesor de literatura italiana Attilio Manzi continúa con su indagación en los lenguajes de la pintura y da un giro hacia los terrenos de la abstracción cromática
Attilio Manzi (Bolzano, 1967) es ante todo un enamorado de la pintura. Profesor de literatura italiana en la Universidad de Sevilla, comparte su docencia e investigación, con la indagación de otro lenguaje, el de la pintura. Hace tres años expuso en las salas de un hotel: los cuadros unían zonas en las que sobre todo contaba la materia -es decir, la pasta de la pintura empleada como densidad y solidez- junto al gesto de un grafismo o unos números hechos sobre zonas de intenso color delimitadas geométricamente. Las piezas tenían impronta planimétrica. Estas notas desaparecen de su obra reciente.
Ahora el protagonista indiscutible es el color. No faltan los grafismos, que dan ritmo a la pintura, pero tanto la firmeza de la materia como los recursos geométricos ceden a las tensiones que promueve el color. Son éstas las que articulan el lienzo y hacen honor al título de la muestra.
Una de las características que Greenberg atribuía a este tipo de pintura era la supresión de la diferencia entre fondo y figura: el cuadro no es un plano en el que aparece algo (aunque el algo sean sólo manchas) sino una unidad trenzada por las pinceladas. Manzi logra esto especialmente en las piezas más pequeñas. En ellas, hay una tensa oposición entre colores, cercana, más que a la pintura neoyorkina, a la abstracción cromática francesa de un De Stäel. En los formatos mayores las zonas de color sobrevuelan un fondo: no desmerecen por eso, pero las piezas se aproximan entonces a autores como Mompó.
Estos paralelismos son siempre arriesgados. Tómense como meras orientaciones, porque lo decisivo es enfrentarse a los cuadros de un autor que, dado su entusiasmo por la pintura, mantendrá a buen seguro una fértil evolución.
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