Una "despedida digna" para el nobel Alexander Solzhenitsyn

Los restos del escritor ruso reposan desde ayer en el cementerio del monasterio de Donskoi, en Moscú, lugar elegido para su reposo por el propio autor hace cinco años

Autoridades políticas y eclesiásticas, artistas y ciudadanos dan su último adiós al escritor.
Autoridades políticas y eclesiásticas, artistas y ciudadanos dan su último adiós al escritor.
Ulf Mauder (Dpa) / Moscú

07 de agosto 2008 - 05:00

La tumba de Alexander Solzhenitsyn se encuentra junto a un viejo arce del cementerio del monasterio de Donskoi, que parece más un parque que otra cosa. Hace cinco años, el Premio Nobel y activista de los derechos humanos lo había elegido como el lugar para su último reposo, donde desde ayer yacen sus restos. El entierro, tras su muerte el pasado domingo a los 89 años, no fue de Estado, como muchos hubiesen querido, pero contó con la presencia del presidente ruso, Dmitri Medvedev. Los asistentes describieron la ceremonia de la Iglesia ortodoxa rusa como "una despedida muy digna" de quien una vez abrió los ojos del mundo a los horrores del estalinismo, pero que en los últimos años era bastante polémico. Cientos de personas, la mayoría vestidas de manera sencilla y de edad avanzada, acudieron ya desde la mañana a la catedral del monasterio, de 400 años de antiguedad. Natalia, viuda del escritor, sus dos hijos y los nietos permanecieron junto al féretro abierto en el que estaba el autor, perseguido por motivos políticos durante años.

Al igual que el día anterior en el funeral en la Academia de Ciencias, cientos de personas se despidieron de él. Elogiaron a Solzhenitsyn como "un gran ser humano con firmes principios". Muchos pronunciaban oraciones y llevaban velas encendidas. Sus rostros estaban serios, pero en general sin lágrimas. Colocaban flores sobre su ataúd. "Él era la conciencia de nuestro país, leí siendo niña sus libros prohibidos, publicados en su propia editorial", relataba la moscovita Nadia.

Solzhenitsyn describió los horrores de los campos de trabajo soviéticos en su obra monumental Archipiélago Gulag (1973) y cambió la opinión sobre el comunismo de millones de personas.

Entre los invitados había muchos intelectuales, artistas y políticos. Como Solzhenitsyn sirvió como soldado en la Segunda Guerra Mundial, una guardia militar de honor transportó su ataúd hasta la tumba. Los soldados lanzaron luego salvas al aire. Religiosos vestidos de blanco acompañaron en un clima otoñal el cuerpo con cantos litúrgicos. Entre los presentes estaba el presidente Medvdev, que se inclinó visiblemente conmovido ante la tumba. El político de 42 años, que interrumpió sus vacaciones para asistir al entierro, ordenó ayer por decreto la creación de las becas Solzhenitsyn y que varias calles lleven su nombre, "en memoria del gran pensador del siglo XX".

El escritor, que tuvo que dejar su patria para ir al exilio, se había reconciliado con el sistema político de su país en los últimos años pese a las continuas violaciones de los derechos humanos. Apoyaba la creciente influencia de la Iglesia ortodoxa, así como su resistencia ante "la democracia occidental con sus libertades liberales".

stats