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Despierta la furia | Crítica

Ritchie y Statham se reencuentran

Jason Statham, en una imagen de la película.

Jason Statham, en una imagen de la película. / D. S.

Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes prometieron cosas después no cumplidas por Guy Ritchie. O quizás, vistas 20 años después, es que se trató de promesas engañosas que no han aguantado muy bien el paso del tiempo. Después de varios fracasos Ritchie resurgió comercialmente con las dos entregas del oxidado e insoportable Sherlock Holmes de Downey y Law y con el aceptable remake del clásico televisivo The Man from UNCLE. Después recayó en pifias como Rey Arturo. La leyenda de Excalibur y Aladdin para intentar volver a la línea de sus dos primeras películas con The Gentlemen. Los señores de la mafia y esta Despierta la furia.

Está su muy apreciado Jason Statham, con quien ya había trabajado en sus dos primeras películas -las antes citadas Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes- y en Revolver. Y Statham es siempre un problema porque suele hacer de Statham en todas sus películas. Y el tipo no da para tanto estiramiento de personajes parecidos puestos ante la cámara -evito así decir interpretados- una y otra vez. Vamos, que no es el caso de esos actores que perfeccionan, modulan, profundizan y enriquecen un tipo hasta cierto punto homogéneo de película en película hasta lograr la perfección interpretativa. No, no es un John Wayne trabajándose a sí mismo desde Río Rojo a El hombre que mató a Liberty Valance. Más bien está en la onda de los Steven Seagal o Jean Claude Van Damme (aunque por ser justos tampoco quienes dirigen a Statham -Ritchie, Leitch, Turteltaub, Gray o Wan, por citar a los últimos- son Hawks o Ford).

Así que aquí tenemos a Statham haciendo de Statham, es decir, de un duro guardia de blindados con un borrascoso pasado que aguarda la hora de su venganza. El guión es un remake de Le convoyeur, una película francesa de 2004. La historia está contada en plan rompecabezas tarantiniano y, como pueden imaginar, llena de muy trabajadas escenas de violencia a las que se intenta dar un contrapeso serio de cine de gángsters y un tono humano de personaje atormentado en busca de una justicia que sólo su propia mano puede procurarle.

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