Un discutido logo de 53.000 euros
El nuevo emblema del Maestranza, cuya creación, junto con el resto de la identidad visual del teatro, fue adjudicada a un estudio mallorquín, es idéntico a uno de 1970 recogido en un catálogo de Taschen
Sevilla/El Teatro de la Maestranza comenzó la temporada 2020/21 luciendo un nuevo "sistema de identidad visual" que comprende, entre otros aspectos, el diseño de su web y un logotipo que sustituyó al creado en 1991 por el pintor, arquitecto y diseñador Juan Suárez. El objetivo de este restyling era adaptarse a los nuevos tiempos, lanzarle un guiño a un público más joven y moderno, o sea, "comunicar los nuevos valores de la marca", como establecía el teatro en el cuadro de características de la convocatoria del concurso público para llevarlo a cabo, publicada el 13 de diciembre 2019. El proyecto, con un presupuesto de 53.000 euros, fue adjudicado a Studio Roses, una firma mallorquina con una trayectoria respetada y que tiene ya experiencia en este mismo campo, pues durante varios años fue la encargada de desarrollar la identidad visual del Teatro Principal de Palma.
Hasta aquí, nada reseñable. La controversia salta cuando se repara en que el logo es idéntico, tanto en la idea como en las proporciones, a uno creado en 1970 por un diseñador llamado David L. Burke para una empresa estadounidense, Telco Marketing Services, y que viene además recogido en un libro de Taschen muy conocido en el sector del diseño gráfico, Logo Modernism.
¿Puede hablarse de plagio? Un diseñador sevillano que participó en el concurso afirma, categórico, que sí, habla de "escándalo" incluso. Pero probarlo es muy complejo, requeriría prácticamente que los responsables de Studio Roses admitieran que conocían ese logo preexistente, es decir, indicios de que había intención expresa de copiar la idea. "Yo no diría tan a la ligera que es plagio, en mi opinión ha sido cuestión de mala pata. Hay que tener en cuenta que cuanto más sencillo, minimalista y sintético es un diseño, como ocurre en este caso, más posibilidades hay de que coincida con otro que ya existe en algún lado; de hecho, si miras en internet, hay logos muy parecidos al del Maestranza, no iguales pero casi, que se venden a 70 céntimos de dólar en bancos de imágenes. Lo que sí puedo decir muy tranquilo es que el logo que ha ganado se basa en un diseño trilladísimo en el mundo del diseño y que además me parece claro que es un caso de mala praxis, precisamente porque cuando te encargan algo así, un proyecto para una institución potente además, hacer una investigación de campo para comprobar que tu diseño es realmente original forma parte del proyecto, tanto como el trabajo creativo. En el caso de mi estudio, de hecho, ha habido ocasiones en las que hemos desechado ideas que nos gustaban mucho pero luego vimos que había ya cosas parecidas. Es algo que forma parte del trabajo", dice otro diseñador, con sede igualmente en Sevilla, que también participó en el concurso del restyling del Maestranza.
Como han comprobado ya, todas las fuentes consultadas por este periódico han accedido a dar testimonio pero con la condición expresa de no ser identificadas: el mercado, en esta ciudad, es pequeño y nadie quiere problemas ni ser descartado para futuros trabajos. Una tercera fuente –también diseñador y también entre los estudios que concurrieron a la convocatoria del Maestranza, en total seis, todos sevillanos salvo el finalmente ganador– carga principalmente las tintas en "la manera en que se hizo el concurso". "Fue un desastre desde el principio –dice– y la sensación que tuvimos todos, desde muy pronto, es que aquello, más que nada, fue un paripé porque el proyecto estaba dado de antemano. Hubo muchas cosas extrañas, entre ellas el hecho de que no hubiera actas escritas de la resolución: todo, al parecer, había sido de palabra. Y además hay una cosa importante que nos dejó a todos los demás estudios en desventaja desde primerísima hora: en los pliegues se habla de rediseño, de evolución del anterior, el famoso restyling. Nosotros, por tanto, basamos todo el proyecto que presentamos en el que ya existía de Juan Suárez, para a partir de ahí modernizarlo y conectar con el público de hoy que igual no es ya el mismo que el de los 90 y todo eso. Pero es que el diseño que ganó directamente hizo uno nuevo. Y esto implica que unos jugamos con unas reglas, digámoslo así, y el estudio ganador con otras". En la descripción general del concurso, en efecto, puede leerse: "La nueva identidad visual del Teatro de la Maestranza ha de atender a criterios continuistas".
Un cuarto profesional del diseño que presentó su propuesta al teatro habla de los CoCos. "O sea, cuando ves algo y te preguntas: ¿esto es una copia o es una coincidencia? Puede pasar. Se puede llegar a ese logo sin haber visto el otro, sí. Es más, y voy a ser muy sincero, aunque me fastidie, porque mi estudio se presentó con un trabajo muy currado y del que estoy orgulloso, el proyecto ganador a mí me gusta. Pero a la vez me parece, digamos, un trabajo descuidado. Ese libro de Taschen es un libro de consulta muy conocido, raro es que haya algún estudio, sobre todo si trabaja el minimalismo y la escuela suiza, en el que no esté ese libro en alguna estantería. Yo no puedo asegurar que sea un plagio, pero da que pensar porque insisto en que hablamos de un libro de cabecera que conoce cualquier profesional".
"Pero al final", dice este último diseñador, "lo más flagrante y lo que más indigna es que hayan cogido a una empresa de fuera de Sevilla y de Andalucía". "El mensaje subyacente cuál es: que si quieres crecer en este sector, te tienes que ir fuera, porque al parecer nuestras propias instituciones creen que los profesionales de la ciudad no tenemos capacidad para estos proyectos. Y la tenemos, vaya si la tenemos, por eso esto ha causado tanto resquemor entre los profesionales de Sevilla. Está muy bien que se llenen la boca hablando del gran talento que hay aquí y de la necesidad de crear un tejido cultural fuerte, pero desgracidamente los hechos van luego por otro lado".
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