V Premio Manuel Clavero · Carmen Laffón

Un encuentro con el arte

  • Una nutrida representación del mundo artístico sevillano acompañó a la premiada.

Ya al final de la cena, en el patio central del Alfonso XIII, Gerardo Delgado recordaba en un corrillo cuando, siendo aún un joven aspirante a pintor, acudió al gran hotel del 29 a conocer, junto a un grupo de estudiantes, a Orson Welles, con el que tomaron un largo café en una reunión de la que ha quedado registro gráfico y que ha sido glosada por Rafael Utrera en su libro Rutas del cine en Andalucía. "La voz y la presencia de Welles -decía- lo llenaba todo". Gerardo Delgado, pionero de la abstracción española, había bajado de su Olivares natal y cotidiano a la ciudad para acompañar a su amiga íntima Carmen Laffón durante el acto en el que Diario de Sevilla le entregó su quinto premio Manuel Clavero. Fue una velada especial en la que periodismo y arte se dieron la mano. Nada extraño si se tiene en cuenta, como la propia Carmen Laffón recordó en su discurso, la especial atención que este periódico le ha dedicado desde su fundación al mundo del arte y los creadores en sus páginas. De los muchos galeristas, marchantes y pintores que asistieron al acto para acompañar a la pintora sevillana, prácticamente no había ni uno al que Diario de Sevilla no le hubiese dedicado varias noticias, reportajes, críticas de sus exposiciones o entrevistas.

Todos los artistas y personajes afines que acudieron a la velada del Premio Manuel Clavero tenían un denominador común: su amistad con Carmen Laffón, persona a la que su evidente timidez en público no le ha impedido forjar un nutrido grupo de amigos fieles. Entre ellos estaba el crítico de este periódico Juan Bosco Díaz-Urmeneta, quizás la persona que mejores páginas ha dedicado a la obra de la pintora que ha plasmado como nadie la confusión entre el cielo, la tierra y el mar. De galeristas se pudo ver a Rafael Ortiz y a su mujer Rosalía, cuya histórica sala de la calle Mármoles acogió en su día una de las exposiciones de escultura y pintura más celebradas de Laffón en la ciudad, La viña, que previamente estuvo en el Monasterio de Silos, muestra a la que el poeta Jacobo Cortines, también presente en la cena, le dedicó algunas páginas en su día. La viña no se puede comprender sin Sanlúcar de Barrameda, un paisaje y paisanaje fundamental en la vida y obra de Carmen Laffón. Algunos de sus vecinos en La Jara también acompañaron a la pintora en su noche, como es el caso del escritor y estudioso del XVIII, Alberto González Troyano, o los mismos patrocinadores de la gala, José Moya y Concha Yoldi, presidentes de Persán y su Fundación, respectivamente, grandes aficionados al arte. En general, el patio del Alfonso XIII hacía las veces de una galería con lo más destacado del arte sevillano de las últimas décadas y, en los distintos corrillos del aperitivo previo a la cena, se podía ver a artistas de generaciones y estilos tan distintos como Curro González, Manuel Salinas, Patricio Cabrera, Hernán Cortés, José Ramón Sierra, Concha Ybarra, Juan Suárez, Pepe Barragán (también galerista de la Caja China junto a Piluca González Conde) o Javier Buzón. Una lista artística tan plural da una idea de la calidad humana de la premiada, capaz de reunir en torno a sí tan variopinto elenco.

Junto a los amigos, un aspecto muy importante en la vida de Carmen Laffón ha sido la familia. La pintora siempre ha tenido una relación estrecha con hermanos y sobrinos, muchos de los cuales estuvieron presentes en el acto de entrega del premio Manuel Clavero. Entre ellos su hermano Ángel Laffón y su mujer Gugui Benjumea, junto a sus hijos Diego y Coco, a los que el ya fallecido Fernando Zóbel -gran amigo también de la premiada- retrató jugando en una tienda de campaña apache. Tampoco podía faltar a la cita Manuel Laffón Parias, mano derecha de la pintora en los asuntos mundanos.

La noche del jueves fue bulliciosa, muy alejada del gusto por el "silencio meditativo y el retiro fecundo" que gusta frecuentar a la pintora, tal como escribió Carlos Colón en su columna el mismo día del premio. Sin embargo, también fue algo más que un simple acto protocolario. Fue, en definitiva, el encuentro de Carmen Laffón con algunos sus amigos y familiares más queridos.

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