Animación, Japón, 1988, 83 min. Dirección y guión: Hayao Miyazaki. Música: Joe Hisaishi. Cines: Cinezona.

Veinte años han tenido que pasar para que se estrene en España Mi vecino Totoro, la película que confirmaba al japonés Hayao Miyazaki como uno de los grandes maestros del cine de animación contemporáneo más allá de las fronteras de su país. En Mi vecino Totoro están ya todas las señas de identidad que han hecho de Miyazaki un cineasta-universo: la infancia como arcadia y refugio para la imaginación, la relación entre el hombre y la Naturaleza, el dibujo tradicional y el color como expresiones de un paisaje de infinitas posibilidades plásticas y expresivas.

Lejos del antropomorfismo didáctico y moralizante de la casa Disney, el cine de Miyazaki ajusta cuentas con la fantasía y lo maravilloso sin perder de vista el mundo real y sus formas, haciendo que ambos universos se comuniquen de forma fluida, haciéndonos pasar de un lado al otro del espejo con una pasmosa naturalidad.

Mi vecino Totoro es el primero de muchos viajes al país de las maravillas en el itinerario cinematográfico de Miyazaki: La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro, El castillo ambulante, Ponyo en el acantilado. También el que, de manera más armoniosa y sencilla, hace convivir a los humanos con criaturas tan grandes como inofensivas, salidas de un amable y fabuloso bestiario animado. El enorme y entrañable Totoro acompañará a nuestras dos hermanas protagonistas en su propio periplo de confrontación con un nuevo espacio (la casa en el bosque a la que se mudan con su padre) y también en ese otro trayecto hacia la conciencia de la ausencia (la muerte) de la madre enferma.

Escoltadas por los juguetones duendes del polvo, subidas a ese gato-bus que se conduce a veinte patas entre arrozales y tendidos eléctricos, Satsuki y Mie encarnan el espíritu libre del poder de la imaginación a lomos de un sueño diurno en intensos colores pastel del que, como sucede siempre con Miyakazi, no querríamos despertar nunca.