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MAMUT. EL GIGANTE DE LA EDAD DE HIELO | HASTA EL 10 DE ABRIL DE 2022

El esqueleto fosilizado de un mamut siberiano, nueva joya expositiva del Caixafórum

  • Sevilla acoge en primicia una muestra sobre estos fantásticos animales, iconos de la Prehistoria, que se extinguieron hace unos cuatro milenios

El esqueleto fosilizado del mamut lanudo siberiano es la pieza central de la muestra.

El esqueleto fosilizado del mamut lanudo siberiano es la pieza central de la muestra. / Juan Carlos Muñoz

Sus parientes vivos, los elefantes, se enfrentan hoy a amenazas idénticas -el cambio climático, la pérdida de su hábitat y la caza furtiva- a las que provocaron el final de los mamuts, iconos de la Edad de Hielo que protagonizan la nueva exposición de Caixafórum Sevilla. El hito central de este atractivo proyecto de divulgación científica es el esqueleto fosilizado de un mamut lanudo siberiano de 6 metros de largo y 3,5 metros de altura, que tiene entre 40.000 y 50.000 años de antigüedad, originario de la región de Tiumén (Rusia). Cuenta con las grandes defensas originales de marfil y está prácticamente completo (con más del 90% de sus huesos fosilizados). Esta reciente adquisición de la Fundación La Caixa, que se puede comparar por su calidad con otros fósiles de mamut conservados en los Museos de Historia Natural de París y Londres, se presenta al gran público en primicia en Sevilla y, posteriormente, viajará al Caixafórum de Zaragoza antes de instalarse definitivamente en el museo de Cosmocaixa en Barcelona. Se han necesitado tres días para montarlo en Sevilla, hueso tras hueso, y cada colmillo pesa 80 kilos.

Alrededor del esqueleto fosilizado se ofrece un itinerario didáctico que permitirá conocer cómo vivían los mamuts, su relación con los humanos y las posibles causas de su extinción. Mamut. El gigante de la Edad de Hielo, que podrá visitarse hasta el 10 de abril de 2022, propone así un viaje a la época de las glaciaciones que presentaron a los medios el director corporativo de Cultura y Ciencia de la Fundación la Caixa, Ignasi Miró, el responsable de exposiciones de Ciencia de la entidad, el biólogo Javier Hidalgo, y el director de Caixafórum Sevilla, Moisés Roiz.

Arranque de la muestra, que ilustra la evolución de los proboscidios. Arranque de la muestra, que ilustra la evolución de los proboscidios.

Arranque de la muestra, que ilustra la evolución de los proboscidios. / M. J. López

Los mamuts pertenecen a la familia de los proboscidios, que engloba a aquellos animales con trompa, y su origen se remonta a hace 60 millones de años. De esta familia se han identificado 200 especies, entre ellas la que dio origen en África, hace 9 millones de años, a la familia de los elefantes, que ya solo cuenta con tres especies, de las que el elefante asiático es el pariente vivo más cercano al mamut.

 Solo los museos de Historia Natural de Londres y París poseen ejemplares así en Europa

Una de las particularidades de esta exposición es que permite ver cómo fueron cambiando y evolucionando la trompa y las defensas -colmillos- del mamut en función de su alimentación y del clima. A diferencia de otros proboscidios, sus colmillos contenían sólo dentina (marfil) y eran mucho mayores y más curvados en los machos que en las hembras. "La forma de la defensa de los mamuts evolucionó así para poder coger grandes manojos de hierba, pues podían consumir hasta 180 kilos diarios. De un modo similar a como los segadores cogían el trigo por un lado, y por otro lo cortaban, los mamuts empleaban la trompa para coger la hierba y el colmillo para hacer palanca, poder arrancarla y meterla en la boca. Los machos usaban también los grandes colmillos en combates, a nivel de cortejo, para atraer a las hembras, que tienen defensas de menor tamaño pero igualmente redondeadas al final", detalla Javier Hidalgo.

Reproducción de un mamut a pequeña escala que ha realizado el paleoartista Ramón López. Reproducción de un mamut a pequeña escala que ha realizado el paleoartista Ramón López.

Reproducción de un mamut a pequeña escala que ha realizado el paleoartista Ramón López. / Juan Carlos Muñoz

La muestra contiene también ejemplares de molares procedentes del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC y del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, que muestran cómo fue evolucionando la dentición de los proboscidios, incluidas varias especies de mamuts; e incorpora la sección de una defensa, que permite observar los anillos de crecimiento de los mamuts y revela "mucha información" acerca de su ciclo vital, contextualizó Hidalgo.

También el público podrá apreciar el pelaje fosilizado de un mamut, cuyo color no era uniforme. Los mamuts tenían tres tipos de pelo para protegerse del frío: un vello fino de 5 centímetros que evitaba la pérdida de calor; pelos de 15 a 30 centímetros que les aislaban bien y pelos gruesos y huecos de hasta 90 centímetros a lo largo de los flancos y bajo el mentón. Todo ese pelaje se aprecia mejor en la reproducción a pequeña escala de un mamut realizada por el cotizado paleoartista Ramón López.

Cada colmillo en marfil de este mamut pesa 80 kilos. Cada colmillo en marfil de este mamut pesa 80 kilos.

Cada colmillo en marfil de este mamut pesa 80 kilos. / Juan Carlos Muñoz

Reproducciones de pinturas rupestres de las cuevas de Altamira ilustran la convivencia de los mamuts con los humanos en la Península Ibérica; muy cerca se exponen réplicas de estatuillas primitivas realizadas con marfil de mamuts, como la del Hombre León del museo alemán de Ulm.

En cuanto a su distribución geográfica, los primeros mamuts aparecieron en África hace 5 millones de años y hace algo más de 3,5 millones de años salieron de allí hacia otras partes del mundo. "Unos 44.000 años atrás, y durante los siguientes 20.000 años, los mamuts lanudos (la especie mejor conocida gracias a fósiles y hábitats congelados) vagaron por vastas áreas desde el Reino Unido hasta España en el oeste, y hasta Siberia, China y Japón en el este. Luego pasaron a través del helado estrecho de Bering hacia los Grandes Lagos de Norteamérica. Hace unos 4.000 años desaparecieron en el Ártico ruso los últimos mamuts", incidió el comisario.

Los mamuts llegaron hasta Sevilla, la última parte de la Península donde no había hielo y que tenía el frío perfecto para ellos

Los mamuts necesitaban el frío pero no querían el hielo así que, conforme la glaciación fue avanzando, y tras pasar por los Pirineos, llegaron al sur de la Península Ibérica y a la mismísima Sevilla, "porque hubo una época en que Sevilla era la última parte de la Península donde no había hielo y tenía el frío perfecto para que los mamuts vivieran", añadió Hidalgo. Cuando se empezó a retirar el hielo los mamuts abandonaron la Península -se marcharon de Andalucía hace unos 30.000 años- y tomaron rumbo a Siberia.

La reciente Cumbre del Clima de Glasgow ha vuelto a poner el foco en la crisis climática y su impacto en la extinción de las especies. "El final de los mamuts sigue albergando un halo de misterio entre aquellos que piensan que se debió a la acción humana y aquellos que dicen que un cambio climático propició su desaparición. Esta muestra pretende por ello recoger el testimonio del pasado para abrir el debate sobre nuestro presente y futuro", remarcó Ignasi Miró.

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