Juan Valderrama. Cantante

"Mi estilo es no tener un único estilo, no responder a un cliché o una etiqueta"

  • El intérprete ofrece en el Lope de Vega un concierto en el que estará acompañado por Rozalén y Falete, y en el que actuará por primera vez junto a su madre, Dolores Abril.

Juan Valderrama visita hoy el Lope de Vega para repasar junto a su público una década de trabajo: diez años sin playback, como se titulan el recopilatorio que editó en 2012 y el espectáculo que presenta en Sevilla, en los que este intérprete versátil, que decidió apartarse de la sombra protectora de las multinacionales para buscarse en la independencia a sí mismo, ha demostrado que no alberga miedo a cambiar de registro. El cantante afrontará un repertorio de temas propios y de versiones de algunos éxitos que forman parte de su memoria sentimental, y en la velada se acompañará de tres colaboradores destacados: Rozalén, intérprete a cuyo descubrimiento ha contribuido, su amigo Falete y su madre, Dolores Abril, con la que actúa por primera vez.

-Por la libertad con la que ha desarrollado su carrera, se deduce que en el concierto de mañana se acercará a diferentes géneros.

-Sí, sí. Al principio hago un recorrido por las canciones que han sido singles. Luego me voy al piano, donde interpreto algún tango, el Sólo pienso en ti de Víctor Manuel y algunas versiones más; después me siento con la guitarra a cantar flamenco... Y más tarde habrá un juego de improvisación con el público: le pregunto a los espectadores que qué quieren que cante, vamos improvisando y ellos también participan. Son momentos muy divertidos. Me gusta tener la máxima intimidad posible con el público, que haya un diálogo.

-Resulta asombroso que hasta ahora no hubiese actuado nunca con su madre.

-Sí, parece mentira. Pero ocurre una cosa: ahora pienso que mientras vivía mi padre quizás dejé un poco de lado a mi madre, algo que fue un error gravísimo. La relación con mi padre no era normal, porque yo nací cuando él tenía la edad para que yo fuera su nieto. Me llevaba a las tertulias de flamenco del Teatro Calderón, a las carreras de galgos, de cacería, compartía conmigo sus aficiones. Teníamos vínculos muy especiales. Y desde que falta mi padre, la figura de mi madre ha crecido para mí, en lo artístico y en lo humano. Mirando atrás, me dije: ¡Pero si no hemos salido nunca juntos al escenario! Y ése es un recuerdo que yo me quiero llevar. Se lo pedí, y está ilusionadísima.

-Lo que le ocurría a usted con su madre le pasaba en cierto modo a todo el país. El carisma de Juanito Valderrama impedía el reconocimiento que ella merecía.

-Sin duda alguna, la historia de mi madre es la historia de una renuncia. Al formar pareja artística con mi padre acabó con su carrera en solitario. Juanito Valderrama era un tsunami que arrasaba todo lo que tenía cerca, que eclipsaba a quien tenía al lado, y eso le sucedió a mi madre igual que a El Pescaílla con Lola. Estos artistas son como el sol: a una distancia prudente, calientan; si te aproximas demasiado, te quemas. Cuando ellos viajan a América, en los años 60, y visitan México, Argentina, Chile, la que triunfa de manera rotunda es mi madre, hasta el punto de que le ofrecen hacer cine allí. Y ella dijo que no a esa carrera porque habría supuesto separarse de mi padre. Eso es bonito y raro, porque los artistas nos subimos a nuestro ego y no hay quien nos baje.

-En el concierto rinde un homenaje a algunos de sus músicos favoritos, gente como Serrat, Perales o Víctor Manuel.

-Yo soy autor, y creo que en España tenemos un póquer de cantautores que está formado por Serrat, Sabina, Víctor Manuel y Perales, y con los cuatro tengo una buena amistad. Cuando estás con ellos te das cuenta de que son genios, capaces de componer una canción bellísima en cuestión de horas o de minutos. Me asombra esa difícil facilidad que tienen para la creación, pero sobre todo la humanidad que poseen, la normalidad con la que se comportan.

-Como ellos le apoyaron en sus comienzos, usted respalda ahora a Rozalén.

-Yo tengo una sección en Herrera en la Onda [el programa de Carlos Herrera en Onda Cero] que se llama Escuche usted a sus vecinos. Era un programa que emitía la Cadena Ser en los años 50-60, en el que la radio salía a la calle para buscar talento. Ahí se descubrieron a figuras como Raphael, Rocío Dúrcal y la Jurado, nada menos. Lo que yo hice fue recuperar ese formato. Es muy insólito cuando te llega algo realmente nuevo, fresco, que no se parece a nada, algo muy infrecuente porque hay mucho clon. Aquí triunfa un artista y salen secuelas rápidamente. Ahí apareció Rozalén, que tiene un estilo propio. La pusimos en el programa de Carlos y fue una revolución.

-En ese título de Diez años sin playback parece estar reivindicando a un artista sin imposturas.

-Es triste que llame la atención cuando digo que no hago playback, como me sorprende que artistas que cantan bien salgan a un escenario a mover los labios. El playback ha hecho mucho daño a la música, le ha quitado credibilidad. Un cantante que se llame cantante tiene que poner la voz.

-Y aparte del playback, ¿qué otros defectos ve en la música actual, usted que lleva toda la vida vinculado al negocio?

-En la época de mis padres se llegaba a ser artista si uno tenía unas condiciones bárbaras. Era durísimo, no existía el marketing, ibas de pueblo en pueblo y te ganabas tu hueco con muchísimo esfuerzo. Ahora el marketing juega un papel fundamental y no importa tanto la calidad o la originalidad. Una canción no gusta, pero si la pones 400 veces en la radio acaba gustando y se la sabe todo el mundo. Eso en la época de mi padre no existía, era todo más auténtico. En este país hay media docena de personas que son las que dicen lo que tiene que sonar, si entras en una emisora y lo que tienes que pagar por entrar. Eso es así, y la gente debería saberlo.

-Quién le iba a decir a su padre que El emigrante tendría medio siglo después tanta vigencia.

-Sí. De hecho, me decidí a reinterpretarlacasi por petición popular, por la gente joven, emigrada, que se ponía en contacto conmigo para preguntarme por qué no hacía una versión. Pensé que tenía que ser algo muy distinto a lo que hizo mi padre, y por eso busqué a un productor que no tuviese nada que ver con el flamenco o la copla como es Alejo Stivel, y una colaboración como la de El Langui, para actualizar los arreglos y acercar la canción a un público más joven. Quería hacer un Emigrante con los sonidos de ahora, aunque eso escandalice a quienes creen en la pureza. Pero yo no soy purista.

-¿Y esa falta de prejuicios le ha ganado muchos detractores?

-Como toco muchos géneros, porque canto flamenco o boleros, escribo canciones... mi carrera puede verse como un compendio de cosas que puede rozar la indefinición. Entiendo que haya gente que diga: ¿Cuándo te vas a centrar? Pero mi estilo es no tener ningún estilo, ningún cliché ni etiqueta, y creo que eso me hace diferente. Hay un antes y después de mi carrera, yo empecé con una multinacional pero me aburrí de hacer siempre lo mismo y me salí mucho antes de la crisis, cuando todavía se ganaba dinero con los discos, y fundé mi propio sello para hacer lo que me gustara. La definición que mejor me va es oficial de mucho y maestro de nada [ríe].

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios