La fortaleza de Achúcarro
Obras: Ludwig van Beethoven, 'Concierto para piano y orquesta núm. 3 en Do menor op. 37'; Johannes Brahms, 'Serenata núm. 1 en Re mayor op. 11'. Solista: Joaquín Achúcarro (piano). Intérpretes: OCG. Director: Salvador Mas. Lugar: Palacio de Congresos. Fecha: viernes, 19 de marzo de 2010.
La Orquesta Ciudad de Granada (OCG) presentó el primero de los conciertos de su Festival, que este año ha quedado reducido a dos conciertos. Para la ocasión se contó con Salvador Mas a la batuta y con uno de los grandes nombres de la interpretación pianística: Joaquín Achúcarro, que es ya un buen conocido del público granadino.
Para su aparición junto con la OCG Achúcarro escogió uno de los conciertos más conocidos de la literatura pianística: el Concierto núm. 3 para piano y orquesta de Beethoven. Obra virtuosística y exigente, este concierto supone una inflexión en el estilo concertante del autor que la convierte en una pieza muy interesante. Achúcarro acometió el concierto con la decisión y tranquilidad propias de aquel que basa su interpretación en el profundo conocimiento de la obra. Su particular versión de la partitura estuvo llena de fuerza, con un tratamiento muy acertado de las unidades temáticas unido a un desbocado virtuosismo en los pasajes de bravura. En una interpretación madura y muy propia, Achúcarro demostró que todavía sigue siendo una de las figuras más destacadas del pianismo en España. Junto a él, la OCG y Salvador Mas estuvieron espléndidos, cumpliendo a la perfección con su papel a caballo entre el diálogo y el dibujo sonoro frente a la parte del solista. La ovación al final del concierto fue tal que Joaquín Achúcarro ofreció una magistral interpretación del Nocturno para la mano izquierda de Scriabin.
La segunda parte estuvo consagrada por entero al sinfonismo, de la mano de Johannes Brahms; de él se escuchó su Serenata núm. 1 en Re mayor op. 11. Esta obra de juventud supone uno de los primeros intentos serios del compositor por acercarse al lenguaje orquestal; no olvidemos que los reparos por conseguir un equilibrio entre la técnica de orquestación y la entrega a su arte estuvieron siempre presentes en el ideario interno de Brahms, que llegó a dilatar casi dos décadas el estreno de su primera sinfonía. Por esto, hemos de considerar la Serenata núm. 1 como un laboratorio sinfónico, en el que el autor ahonda en la expresividad de las cuerdas y en su fusión con la sección de vientos. En este contexto, la obra ofreció a la OCG una magnífica oportunidad para mostrar a su público el buen momento de empaste y sonoridad en que se encuentra. Es verdad que, una vez más, las deficiencias acústicas de la sala impidieron descubrir en su totalidad los múltiples matices de la partitura, pero extrayendo esta variable hemos de afirmar que la interpretación de Salvador Mas al frente de la OCG fue superior. Particularmente interesante fue el trabajo motívico en el Allegro molto inicial, cargado de motivos rítmicos y referencias cruzadas entre los vientos y las cuerdas, o el Scherzo allegro que precede al Rondo final, donde destacó particularmente la sección de viento madera. Nuevamente, los aplausos de la audiencia obligaron a Mas a saludar en varias ocasiones.
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