"Yo no me hablo con internet"

Oriol Maspons, uno de los referentes de la fotografía española, defiende en Sevilla Foto que las tecnologías han dejado atrás "la emoción y el asombro" del revelado

Oriol Maspons, fotografiado ayer en la UNIA, donde mantuvo un encuentro sobre su trayectoria.
Oriol Maspons, fotografiado ayer en la UNIA, donde mantuvo un encuentro sobre su trayectoria.
Braulio Ortiz / Sevilla

20 de mayo 2010 - 05:00

Desde que se fue a París, donde coincidió con Brassaï y Cartier-Bresson, Oriol Maspons (Barcelona, 1928) ha formado parte de la historia de la fotografía. Este testigo y actor de la gauche divine, amante de las mujeres hermosas, que dignificó con su talento los encargos procedentes de la moda y la publicidad, cuya versatilidad le permitió retratar tanto el movimiento hippie de Ibiza como la miseria de Las Hurdes o la sobriedad de un campo de Castilla, esconde en su memoria un millar de episodios memorables que abruman a quien entabla una conversación con él. El autor catalán fue ayer la estrella del festival Sevilla Foto, y compartió su visión del oficio en un encuentro mantenido en la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).

Pese a que el de Maspons es un nombre asociado a la modernidad, el veterano reconoce que se ha quedado atrás en el ámbito de las nuevas tecnologías, herramientas que no considera "necesarias" para su trabajo. De hecho, el autor cree que los avances han restado magia al proceso. "Yo no me hablo con internet", advierte, antes de apuntar que "gente que venía de lo nuestro y se ha metido en lo moderno dice que añora lo que hacía antes". El barcelonés recuerda con nostalgia la incertidumbre de la aventura fotográfica, cuando "no sabías lo que iba a salir hasta que revelabas. Con los cambios se ha perdido la emoción, el asombro", sentencia.

Maspons tiene una fórmula para calibrar el valor de una imagen. Explica que "para saber si una foto me convence o no, mi criterio es si me habría gustado hacerla". Habla con entusiasmo del que fuera su socio Julio Ubiña; también de Colita, Pérez Siquier o Alberto Schommer . Y de "Cristinita" García Rodero, "el mejor fotógrafo que ha tenido nunca España". Todas estas referencias salieron ayer en su charla en la UNIA, pero en esa lista no incluyó a las vacas sagradas que conoció en París. "A los franceses les tengo respeto, pero no los puse en la lista porque no los considero españoles", bromea.

A Maspons le importa reivindicar la mirada de cada creador, porque, lamenta, cuando "le preguntas a los que empiezan cuáles son sus ídolos, a eso le sigue el silencio". Encuentra un contraste entre la apatía de las nuevas generaciones y la curiosidad infinita que caracterizaba a los de su tiempo. "Nosotros teníamos un complejo muy grande de tener poca cultura", admite, "sentíamos muchísimo interés por las cosas porque pensábamos que estábamos en una posición de inferioridad". Una impresión que ahora parece descabellada cuando se revisan las compañías de entonces. Maspons relata que era "amigo" de Dalí, y realizaba libros, encargados por Esther Tusquets, junto a Delibes y Cela.

La propuesta que más disfrutaba Maspons era cuando Carlos Barral le proponía ilustrar las portadas de sus libros, pese a las "discusiones constantes con el grabador y el impresor porque no habían respetado el original". Ahora eso no ocurre "porque la fotografía ha pasado de moda. Sale más cómodo robar las imágenes".

Rememora la gauche divine como "un invento muy divertido", un "grupo compacto" al que "sólo podían entrar tías buenas" y en el que "no había ningún notario". Son jugosas sus observaciones sobre aquellas reuniones en el Bocaccio, a las que acudían, entre otros, Óscar Tusquets, Terenci Moix, Rosa Regás, Jorge Herralde o Ricardo Bofill. "Éramos de izquierda, pero no mucho. No queríamos matar a Franco, no éramos héroes, comíamos muy bien".

La vitalidad que posee Maspons le hace pensar todavía en proyectos pendientes. Uno de ellos refleja ese punto atrevido que se detecta en su obra: quiere retratar a "una negra montada a caballo, desnuda, una Lady Godiva negra. He visto westerns, fotos de moda, y nunca he visto a una mujer negra desnuda sobre un caballo".

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