Teatro escolar
La tutoría | Crítica

La ficha
** 'La tutoría'. Drama, Noruega, 2024, 117 min. Dirección y guion: Halfdan Ullmann Tøndel. Fotografía: Pål Ulvik Rokseth. Música: Ella van der Woude. Intérpretes: Renate Reinsve, Ellen Dorrit Petersen, Endre Hellestveit, Oysten Roger.
En su arranque, y a pesar de ciertos gestos manieristas que nos ponen sobre aviso, La tutoría puede recordarnos a títulos recientes como Sala de profesores en su acercamiento a uno de esos casos escolares delicados marcados por los abusos y la gestión posterior del centro. Ahí tenemos a Renate Reinsve (La peor persona del mundo) llegando apresurada al colegio donde la esperan el director, la jefa de estudios y una profesora atribulada para darle cuenta, siempre con altas dosis de ambigüedad y un misterio algo artificioso, entre alarmas de incendios, calor sofocante y hemorragias nasales, de que se su hijo tal vez haya agredido sexualmente a un compañero de clase.
Nuestra madre es, además, una actriz famosa, asunto no menor en la deriva acusatoria e imprevisible de un filme donde se pretende hablar de muchas cosas. De hecho, la supuesta agresión parece el pretexto para el despliegue de una suerte de pieza teatral dilatada donde cada personaje carga con sus fantasmas y cada acusación o cada insinuación van horadando un subtexto sobre las relaciones adultas que, a la postre, terminan determinado el comportamiento de unos niños que nunca veremos en escena.
La tutoría se va despegando poco a poco de toda vocación realista o sociológica para caminar por el peligroso terreno de la alegoría existencial incluyendo también un par de escenas coreográficas y musicales como trasuntos de la persecución, el juicio previo o la expresión corporal más o menos explícita de los vínculos, secretos o frustraciones de los personajes.
Se aparta tanto que, como decíamos, el asunto inicial y su impacto quedan relegados a un segundo plano evidenciando aún más su carácter de gancho para su performance sobre las miserias adultas, otros (auto)maltratos y violencias y la manera de gestionarlas cuando por medio se cruzan la fascinación, el deseo o la mentira. Tanto que uno termina preguntándose si la otra película, esa que Halfdan Ullmann Tøndel, nieto de Ingmar Bergman y Liv Ullmann, no quiere hacer y que hubiera sido más convencional, no nos habría interesado realmente más que esta.
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