Entre libros, arte y café
Las librerías, un sector donde conviven a la perfección diversos tipos de establecimientos, ingenian nuevas fórmulas para atraer a su clientela
En pleno centro de Sevilla pueden encontrarse tantas librerías diferentes como gustos hay en la escala cromática de la literatura. En un radio de un kilómetro y medio del casco histórico se ubica un circuito que abarca, por un lado, las librerías que se podrían conocer como de viejo, con libros de segunda mano y anticuarias, dedicadas a la venta de volúmenes antiguos; y un par de metros más allá las llamadas de nuevo, término que engloba a los establecimientos grandes o pequeños dedicados a la venta de literatura de masas y también a aquellas casas de libros que ofertan títulos de editoriales pequeñas e independientes.
Pero a pesar de ser diferentes modelos de negocio, todos ellos tienen en común luchar por hacerse un hueco en la venta del libro, para el que corren tiempos difíciles. Así lo constatan informes como el Observatorio de la Librería de 2013 de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que registró un descenso en la facturación por ventas de títulos superior al 16% respecto al mismo periodo del año anterior.
Algunos libreros de la capital andaluza, como Ignacio Sánchez, de la librería anticuaria de Los Terceros, creen que hay factores de fondo que afectan a la venta como es que el libro siempre ha sido "un negocio minoritario". Y en un momento económico donde algunos no ven el libro como un objeto de consumo de primera necesidad, mucho más. De ahí la importancia de emplear nuevos métodos para hacer los títulos más atractivos. "Hay que comer, y el café da más beneficios; y si puedes vender un café y un libro…", reconoce Jesús Barrera, dueño de la librería Un gato en bicicleta, de la calle Regina, cuando justifica la introducción de nuevas fórmulas para reinventar el sector.
Pero para el director de la Casa del Libro en Sevilla, Rafael García, aparte de la crisis coyuntural que se cierne sobre este mercado, y con la que las editoriales han bajado los costes de producción, "los libreros se enfrentan a otros agentes de tipo estructural y que, al parecer, han llegado para quedarse", añade. Según el representante de la librería de la calle Velázquez, "esta otra crisis del sector nació en 2012, momento en que se produjo el auge del libro electrónico" ganándole terreno a formatos ya en decadencia como los libros de bolsillo. Además, como ocurre en otros sectores de la cultura, añade, "la piratería obliga hoy más que nunca al gremio a reinventarse".
No obstante, existe un factor clave, y sobre todo para las librerías de viejo, que ha transformado este sector en todas sus facetas. "Internet…internet ha cambiado todo, las normas, los precios, aunque también es cierto que las librerías anticuarias vivimos de él", narra Ignacio Sánchez. Internet es, por tanto, quien marca el doble rasero del cambio en la actualidad, la dualidad y la paradoja para los que llevan décadas en la calle viviendo de la venta de libros de segunda mano, ya que por un lado la competencia es mayor al aumentar el número de vendedores, los cuales tributan menos que una librería de viejo en la calle, y por otro porque se multiplica la clientela, repartida ahora en cualquier parte del mundo. "Si sobreviven serán las librerías anticuarias dedicadas a este tipo de artículos. El resto quedaremos como algo testimonial", indica Antonio Castro, dueño de la librería de viejo que lleva su nombre, desde la penumbra de su almacén a la que apenas llegan los rayos de la calle Sol.
En cuanto a la supervivencia, también hay que hacer distinciones y valorar las situaciones particulares de cada tipo de establecimiento. José Manuel Quesada, dueño de la librería Alejandría, y que forma parte de la Asociación de Amigos del Libro Antiguo de Sevilla, hace un inciso en este punto: "Aquellos negocios dedicados a la venta de los últimos libros que salen al mercado lo tienen más difícil porque hay quienes prefieren descargarse los últimos best sellers en ebook por ejemplo. Además sus márgenes de beneficios son menores que los nuestros. Por cada volumen vendido el librero de nuevo no gana mucho". Sin embargo, es una cuestión que a todos atañe, ya que establecimientos como Alejandría o Los Terceros se nutren de la compra a particulares que previamente han ido a estas librerías más actuales. La simbiosis es un hecho.
Mientras, el aguacero sigue cayendo y muchos optan por refugiarse bajo el paraguas de la imaginación. De esto saben mucho negocios como Un gato en bicicleta, abierto en plena crisis y desde el que, en un primer momento, Jesús Barrera y su socia Raquel Eidem tuvieron claro que había que abrirse paso desde la personalidad y la búsqueda de una identidad. "Apostamos por la selección de obras que previamente han pasado un filtro para así evitar vender libros como si fueran Coca-Cola", concluye el dueño de la librería de la calle Regina, que encontró su sitio gracias al vacío que había en títulos especializados en arte. Al parecer esta es otra de las fórmulas, es decir, apostar por la originalidad, por un factor que distinga cada negocio de entre los demás. En este caso, Un gato en bicicleta presume de ser la única librería que hace instalaciones artísticas en el escaparate.
La calidez en el trato entre librero y cliente es otro ingrediente de la receta para hacer que el comprador vuelva. Así lo ven la Casa del Libro y la cadena de librerías Beta. Para los primeros, se trata de ser "agentes del libro", como indica Rafael García, "que el lector pueda ponerle cara a su vendedor on line, acercándose a la tienda a recoger el título". En la misma línea se mantiene el consejero delegado del Grupo ZZJ José María Zafra, representante de Beta BookCafé en calle Sierpes. Para él, la "deshumanización que generan compañías como Amazon" es una oportunidad para reconvertir el modelo de ventas, dándole al cliente la cercanía que necesita mediante la introducción de espacios que creen ambientes acogedores como una cafetería. Beta ocupó el vacío que dejó la librería Borders en Puerto Rico debido a su quiebra en 2011, y recuperó el servicio de café que ya ofrecía la multinacional norteamericana, una fórmula que también utiliza en el local de Sierpes en Sevilla.
Los ingredientes para la receta del cambio son múltiples, todos con tal de evitar que las librerías del presente se queden con libros llenos de páginas en blanco, mirando el futuro desde puentes que se construyen entre lo viejo y lo nuevo.
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