'Lolailand': Una rave rumbera en el Puerto de Sevilla

Maíta Vende Cá, José ‘El Francés’, Enrique Heredia de La Barbería del Sur, Azúcar Moreno, Taíno y Jere de Los Chunguitos y Sara de Las Chuches protagonizan un nuevo ciclo musical que celebra la vigencia del flamenco pop de las últimas tres décadas con el puerto mercantil como escenario

Azúcar Moreno
Azúcar Moreno / Green Cow Music

Al habla popular, tan sabia, tan precisa, le basta un simple diminutivo para describir todo un género musical: los buenos entendedores saben que el flamenquito -o la rumbita- es todo aquello que no es flamenco tradicional, clásico -puro, se atreven a decir algunos-, pero que bebe indudablemente de él, alumbrando las creaciones de gente tan variopinta y desprejuiciada como Maíta Vende Cá o Los Chunguitos. Las tiendas de discos -¿se acuerdan?- nunca supieron qué etiqueta poner en esa estantería, incómodas con quienes triunfaban como Sonia y Selena pero cantaban como Camarón. Quizás la acepción Flamenco Pop resuelva el entuerto; pues sin duda ayuda a definir aquello que es, en definitiva, una versión gloriosamente mestiza y accesible de la música patria, a la que el pueblo, a ratos malicioso, se refiere también como nonaino o lolailo.

El festival Insólito, la última creación de la promotora Green Cow Music, sacude la connotación negativa de este último término y nos propone bailar con Lolailand, un ciclo de dos conciertos con los que reivindicar la alegría e inmediatez de leyendas del género como Enrique Heredia El Negri, José el Francés y Maíta Vende Cá el día 18 de octubre; y también con la gloriosa presencia de Sara de las Chuches, Taíno y Jere de Los Chunguitos y Azúcar Moreno para el día 25 de ese mismo mes.

Las entradas ya están a la venta, en la que pretende ser una fiesta “con la energía de una rave”, un encuentro intergeneracional celebrado en el Puerto de Sevilla, un lugar que los creadores del ciclo definen como “un espacio de tránsito, intercambio y memoria [...] que se convierte en un símbolo de la nueva forma de vivir la cultura en la ciudad”. Pablo Távora, director de Proyectos de la compañía, expone que “uno de los objetivos del ciclo Insólito es abrir espacios singulares para la cultura [...] El puerto sigue siendo el símbolo de la ciudad de Sevilla, sumándonos así al proyecto del nuevo Distrito Portuario que está en marcha”.

Nostros fuimos los primeros en tener una música urbana, surgida de los barrios obreros

Insólito sella así su compromiso con la música local, en otra entrega del eclecticismo que define sus grandes programaciones como Icónica, donde conviven con inusitada armonía Justin Timberlake y Antoñito Molina. “Ahora que está tan de moda el término “urbano”, creo que nosotros fuimos los primeros que tuvimos una música urbana, surgida de los barrios obreros con el cimiento de nuestra música tradicional”, asegura Távora. Una cita que incide además en el poder de convocatoria que demuestran los conciertos nostalgia, donde se anuncian esos artistas que nos cautivaron en la juventud, y que treinta o cuarenta años después, mantienen su vigencia, más allá del “gusto culposo”, una tendencia que explica el director de programación: “La nostalgia siempre ha estado ahí, cuando éramos pequeños, nuestros padres añoraban la música de los 60, ahora nos sucede a nosotros con los noventa. Desde luego esos conciertos siempre han funcionado bien, pero nosotros no lo hacemos desde el punto de vista de la mercadotecnia, más bien desde una reivindicación [...] que además pone el acento en el papel de los músicos gitanos en ese movimiento llamado flamenco pop o nuevo flamenco”.

Sara de las Chuches encarna ese tipo de resurgimiento de un modo extremo. Solo dos años de estrellato junto a sus compañeras sirvieron para marcar una generación, que justo veinte años después las siguen señalando como una inspiración en la que se reconocen cierto orgullo de barrio y el candor de la infancia. Los mismísimos Omar Montes y Lola Índigo se unieron a ellas en el remix de ‘El pantalón’, situando esta rumba entre los temas más reproducidos del año pasado, recuperando un éxito que se tambaleó, aunque nunca se extinguió, con la disolución del trío en 2006. Ahora, según cuenta la propia artista, sus temas conquistan nuevos públicos: “Creo que nuestra música es muy alegre y muy flamenca. En los conciertos hay gente de todas las edades y disfrutan enormemente porque nuestros éxitos no han dejado de escucharse nunca”. Una música que, por su carácter arrabalero, sigue abierta a todo tipo de combinaciones: “Estoy actualizando mi sonido con lo urbano, y le sienta muy bien, voy a lanzar el remix de ‘Como Vengo’ de nuevo con Omar Montes y Rvfv, estoy muy ilusionada porque sé que va a gustar mucho”.

José el Francés redunda en la maleabilidad flamenca: “El flamenco es como la mantequilla, va bien con cualquier mermelada”. Con el mismo buen humor, el artista madrileño teoriza sobre las razones que lo mantienen como un ídolo tras treinta años de carrera: “Igual es por las letras, yo soy muy de amor y desamor, y eso llega al corazón [...] No es por echarme flores, pero el público no miente: tengo alma, corazón y una voz laína y flamenca que emociona”. Autor de baladas inmortales como aquel “Ya no quiero tu querer”, su éxito constata que, a pesar de las cargas de sexualidad desaforada que exudan los éxitos mundiales, el romanticismo no pasa de moda: “La música es amor, pero hay que nacer con eso. Hay gente que no puede ser romántica nunca, quieren regalar unas flores y se les marchitan”, bromea.

Con respecto a la consideración del flamenco pop, José se muestra tajante: “han tardado en reconocer nuestro arte, como todo lo relacionado con el flamenco, pero lo hemos conseguido, somos músicos valorados internacionalmente. Envidio a los americanos, ellos son primera potencia mundial e imponen su música, desde el jazz y el blues hasta lo comercial. Nosotros hemos tenido que luchar por nuestra cuenta, pero ya estamos en primera línea”. De cara al bolo del día 18 de octubre se aferra a un dicho: “Canción conocida, canción aplaudida. Por suerte tengo muchos éxitos, temas que han marcado un antes y un después. Estoy con un nuevo disco, así que traigo cositas inéditas, porque quiero conquistar a la juventud”.

Una dosis de melosidad bien necesaria a la que se suma la versatilidad y elegancia de un artista como Enrique Heredia “El Negri”, ex componente de La Barbería del Sur, el dúo que formó junto a Pakete y que cambió los designios de la música española en los 90: “Sí, me lo dicen a menudo y es un gran halago. En aquellos años se formó en Madrid algo muy potente, porque todos las figuras del flamenco estaban allí, y los jóvenes nos nutríamos de eso y solo queríamos tocar. Nos reuníamos en el mítico bar Candela, y luego volvíamos a casa y nuestras familias eran flamencas ortodoxas, componíamos con miedo de que nos dijeran que no estaba bien”. Una movida flamenca que en cuanto a influencia musical seguramente superó a la protagonizada por los Almodóvar y Alaska, una afirmación ante la que Heredia se mantiene cauto: “No lo sé, lo que sí sé es que íbamos a Brasil, a Cuba, a Venezuela o Estados Unidos y los músicos de allí todos sabían quiénes éramos”. Cantante, compositor, productor y guitarrista, Heredia se reconoce absorbido por la labor de producción en su estudio Mestizo Puro, “un título que creo me define muy bien”, una mezcla de osadía y tradición que trasladará al escenario de Lolailand: “Voy a hacer un repaso por mi carrera, e incluiré temas de mis últimos trabajos, con letras de Lorca, y también alguno de mis boleros preferidos”.

Desde Lolailand ya trabajan en la siguiente edición, aunque prefieren mantener “ese concepto de rave, de cita inesperada, que sucede casi espontáneamente”. Mientras tanto perfilan un ciclo de flamenco tradicional que se presentará en los próximos meses.

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