Lo nuevo y lo ancestral bailan juntos

Itálica | Festival Internacional de danza

El coreógrafo sevillano Gsus Villaú investiga la convivencia de la danza urbana con otras culturas en 'Ethnicity', una propuesta que se puede ver hoy y mañana en el Teatro Romano

Dos de los bailarines que participan en esta producción del Festival de Itálica.
Dos de los bailarines que participan en esta producción del Festival de Itálica. / D. S.
Braulio Ortiz

Sevilla, 14 de julio 2017 - 07:00

Con Obsolescencia programada, el coreógrafo sevillano Gsus Villaú reclamó en la edición anterior del Festival de Itálica el protagonismo que no se le había dado hasta entonces en la cita de Santiponce a las danzas urbanas, un estilo que sólo había aparecido en pinceladas de los espectáculos de algunas compañías pero no se había reivindicado sin complejos, como hilo conductor de una producción, en el Teatro Romano. Tras aquella experiencia, que abrió el festival a un nuevo público, Villaú regresa ahora al mismo espacio con otro montaje, Ethnicity, una pieza con la que este creador curtido en la televisión -en el programa Fama ¡a bailar! o en la versión inglesa de Factor X- y responsable de la escuela On Dance Studios lleva al escenario la fuerza y el dinamismo de unos bailes que no suelen programarse con frecuencia en los teatros convencionales.

Ethnicity, que tomará hoy y mañana el Teatro Romano y que cierra la oferta del Festival de Itálica de este año, parte de una premisa, la de investigar cómo un movimiento que surgió hace apenas unas décadas ha convivido con otros lenguajes más arraigados allá por donde se ha ido propagando. "La cultura urbana, que nació en los Estados Unidos hace menos de medio siglo, se ha extendido por el planeta; y la generación que tiene ahora entre 20 y 30 años ha adoptado elementos de ese fenómeno como propios. Nos interesaba ver cómo la danza urbana se ha encontrado con otras culturas que llevan miles de años existiendo, cómo esto que es muy nuevo dialoga con lo antiguo. No se trataba de crear un nuevo estilo, es un espectáculo de danza urbana, pero una propuesta en la que se advierten, tanto en el movimiento como en la estética, aires de esas culturas diferentes con las que este baile ha coincidido", explica Avelino Piedad, colaborador de Villaú que ha concebido junto a él esta producción.

Las culturas afro o japonesa, la danza tribal o las conexiones entre el flamenco y la música árabe son algunos de los puntos en los que se detienen Villaú y Piedad, que para esta exploración de los vínculos que ha ido sumando la cultura urbana por el mundo han contado con coreógrafos procedentes de países como Letonia, Inglaterra, Eslovenia y España. "Conocíamos sus trabajos y sabíamos lo que podían aportar a los diferentes estilos abordados", comenta Piedad, que con este proyecto en el que se han implicado 13 bailarines él refuerza su alianza con Villaú. "Gsus y yo colaboramos desde hace mucho tiempo y nos entendemos muy bien. Se nos suelen ocurrir los mismos conceptos escénicos, y cuando no coincidimos buscamos la forma de entendernos. Entre nosotros no hay conflictos", asegura este bailarín y actor, que recientemente interpretó la obra Orgullo S.O.S por la que ganó el Premio Nazario.

Los responsables de Ethnicity regresan al Teatro Romano con la seguridad de haber podido dar forma, en esta ocasión, a un espectáculo más redondo que el anterior. "Aquel montaje lo hicimos de una forma más precipitada, no pudimos elaborarlo con toda su dramaturgia. Esta obra está más cohesionada, mientras que la otra era más de estampas, de cuadros, yo creo que quedaba más deslavazado", reconoce Piedad sobre las diferencias entre Obsolescencia programada y su nueva creación. Aunque, admite el intérprete, "llevar la danza urbana al escenario es algo novedoso, no sólo para nosotros sino para todo el que se dedica a esto. Por eso, en el fondo, sentimos que seguimos aprendiendo con cada producción", asegura.

Piedad valora que el Festival de Itálica esté contribuyendo a divulgar las virtudes de la danza urbana. "Espectáculos así traen un público nuevo, pero también los espectadores habituales del festival agradecen el cambio. Se sorprenden gratamente al descubrir que dentro de este registro, que por lo general tenemos relegado a la televisión y a los campeonatos, se puedan hacer espectáculos con una calidad escénica real. La gente no espera que con este tipo de baile se pueda contar una historia del mismo modo que con la danza contemporánea o la clásica", concluye el coreógrafo.

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