"No busco los premios, prefiero que mi trabajo llegue a la gente"
La ganadora del Goya Ana Wagener recuerda que en Sevilla dio "los primeros pasos, los fundamentales para un actor"
Ana Wagener (Las Palmas de Gran Canaria, 1962) ensaya estos días Málaga, del suizo Lukas Bärfuss, un autor "muy representado en Alemania, con gran éxito de crítica y público" que la actriz llevará a escena acompañada por Roberto Enríquez y Críspulo Cabezas. Es una función "muy difícil, una gozada", una de esas obras con las que un actor se siente afortunado: Wagener habla con entusiasmo de una pieza que define como "un thriller que deja mucho espacio al espectador para que piense qué va a pasar", una historia en la que "se abre la caja de Pandora y se muestra toda la mierda, los reproches que hay en las relaciones, lo que es el ser humano cuando las situaciones se ponen en su contra".
A pesar de que Málaga le tiene "robadas las energías", Wagener vivió el pasado domingo un impulso que le hizo olvidarse momentáneamente del desafío, cuando recibió el Goya a la mejor actriz de reparto por su papel en La voz dormida, de Benito Zambrano. Un premio que ponía un final feliz a un par de candidaturas anteriores al galardón (El patio de mi cárcel, Biutiful) y que reconocía el oficio de una intérprete que desde la discreción ha sabido ganarse un hueco en el cine español. "Siempre me he sentido muy apoyada por la profesión, muy querida por los compañeros, pero lo de ayer [por el domingo] fue impresionante", cuenta Wagener a este periódico. "Estaba compitiendo con actrices de primera línea [Pilar López de Ayala, Goya Toledo y Maribel Verdú], había visto sus trabajos y me parecía que estaban estupendas. Cuando dijeron mi nombre sentí algo que no se puede explicar con palabras: digamos que da sentido a muchas cosas por las que estás luchando. Yo no lucho por los premios, sino por el día a día, por que tu trabajo llegue a la gente, pero quienes te premian son tus compañeros, y eso es bonito. Me tomo el Goya como un sueño cumplido, pero también sé que es una parada en el camino, sólo una noche. Cuando lo vea lo interpretaré como un compromiso para poder seguir haciéndolo lo mejor que sé, para no decepcionar a quienes me votaron".
Ha sido el personaje de Mercedes, una carcelera capaz de sentir piedad en un entorno inclemente, el que ha consagrado a la actriz canaria. Wagener se sintió atraída por los contrastes de esa mujer, "posicionada en una guerra que como toda guerra es siempre una estupidez, una injusticia"; que se encuentra alejada por cuestiones ideológicas del personaje de Inma Cuesta, pero que "es mujer y madre, y ese punto humano le puede". Conversó largamente con Zambrano sobre los rasgos que deseaba aportar a su creación. "Quería prestarle una humanidad que creo que tengo y una emotividad que me costó contener. Fue un personaje que compusimos entre Benito y yo. Él sabe que aparentemente soy una mujer dura, fuerte, pero que tengo un corazón muy frágil en el aspecto emocional. Jugamos con ese tejido y sacamos lo que pudimos. Y parece ser que llegó...", recuerda con satisfacción.
La actriz fijó su residencia en Madrid, pero admite que en su biografía existe un vínculo "muy importante" con Sevilla. "Aquí empecé a caminar profesionalmente, di esos primeros pasos que nunca hay que olvidar, que considero que son muy significativos en la vida de un actor", rememora sobre una ciudad en cuya Escuela de Arte Dramático se formó. A los 18 años Alfonso Zurro la escogería para una figuración en la ópera Carmen, "y me fichó para La Jácara. Ahí estuve rodeada de compañeros que eran profesionales cuando yo era todavía una niña, me enseñaron todo lo que después he ido poniendo en práctica en mi vida", afirma sobre una etapa en la que junto a las giras con La Jácara destaca su experiencia en la compañía El Globo, en la que coincidiría con José Luis Castro. "Me fui a Madrid porque es donde se mueve realmente el trabajo, pero para mí Sevilla es una ciudad que supone mucho: es como mi plataforma de lanzamiento, de salida", opina.
Por el momento, Wagener no puede confirmar si regresará al sur con Málaga. "Me encantaría que se viera en el Central, o en el Lope, pero no hay nada cerrado. Estrenamos en dos semanas y hay un ensayo al que vendrán programadores: de ahí saldrán representaciones", informa. En todo caso, este año su rostro volverá a aparecer por la gran pantalla gracias a dos títulos pendientes de estreno: El perfecto desconocido, cinta dirigida por el mallorquín Toni Bestart y coprotagonizada por el irlandés Colm Meaney donde aborda registros "que normalmente no me ofrecen", y Fénix 1123, del catalán Joel Joan, en la que tiene "una intervención corta pero potente, un personaje duro que había que tratar con sensibilidad".
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