La cámara fantasma
Presence | Crítica

La ficha
*** 'Presence'. Terror, EEUU, 2024, 85 min. Dirección y fotografía: Steven Soderbergh. Guion: David Koepp. Música: Zack Ryan. Intérpretes: Julia Fox, Chris Sullivan, Lucy Liu, Callina Liang, West Mulholland.
Ahora que Hollywood por fin premia una película indie, conviene recordar que fue Steven Soderbergh quien hace ya 36 años abrió camino a la etiqueta con su Palma de Oro en Cannes para Sexo, mentiras y cintas de vídeo. El cineasta de Atlanta ha seguido trabajando desde entonces inasequible al desaliento (más de 60 títulos acreditados), en esa política de ‘una para ellos-una para mí’ que le ha permitido moverse entre el mainstream y las grandes estrellas (la saga Ocean, Che, El buen alemán, Magic Mike) y ejercicios más pequeños y modestos (Bubble, The girlfriend experiencie, Indomable, Perturbada, Kimi) donde experimentar o dar rienda suelta a sus siempre inquietas veleidades como renovador de formas y géneros en el cine americano.
Apenas una semana antes de que se estrene en EE.UU. Confidencial, su nuevo thriller con Fassbender, Brosnan y Blanchett, Presence llega a las pantallas españolas en esa división menor (aunque más estimulante) de su trabajo, dispuesta a llevar hasta el final un ejercicio de cámara subjetiva (operada por él mismo) como trasunto enunciativo de una clásica historia de fantasmas, casa encantada y familia en crisis que ni siquiera hace de la presencia de Lucy Liu un reclamo para la taquilla.
Soderbergh vincula así el dispositivo de su puesta en escena, siempre en el interior de una casa, con el espíritu que acecha y vigila a sus nuevos inquilinos, una prototípica familia multicultural de clase media cuya hija adolescente está afectada por un suceso reciente mientras su hermano exhibe la clásica rebeldía hormonal y los padres lidian con sus trabajos, roces y rutinas.
Presence dialoga así en cierto modo, desde las marcas del terror gótico y su actualización digital, con una cinta reciente como Here de Zemeckis, con la que completa una interesante e inopinada dupla sobre el coraje de un cineasta veterano a la hora de ir hasta las últimas consecuencias con un dispositivo de riesgo que materializa, a su vez, la esencia narrativa de su relato. No se trata aquí ya de contar la historia de Estados Unidos a través de un salón y las edades de una familia, pero sí de dotar de vida (paranormal) a unos espacios interiores que, como en aquella A Ghost story, de David Lowery, guardan la memoria de lo atroz para revelarse y manifestarse como señales de alarma.
Presence hace así flotar a su espectro vigilante con un encomiable pulso sostenido tan solo lastrado por la puerilidad del golpe de efecto con el que el guion de David Koepp, habitual del director, decide voltear algunas cartas de cara a su desenlace. Hasta entonces, incluso en sus desfallecimientos o en su básico retrato intergeneracional, Presence se nos antoja una película de una coherencia, una capacidad de sugestión y unos hallazgos a prueba de descreídos y amantes del género fantasma más ortodoxo.
También te puede interesar