Los herederos de Henson tras las huellas de Potter

La puerta mágica | Crítica

Patrick Gibson, en una escena de 'La puerta mágica'.
Patrick Gibson, en una escena de 'La puerta mágica'.

La ficha

*** 'La puerta mágica'. Fantástico / Aventuras, EE UU, 2023, 116 min. Dirección: Jeffrey Walker. Guion: Leon Ford. Música: Benjamin Speed. Fotografía: Donald McAlpine. Intérpretes: Patrick Gibson, Sophie Wilde, Christoph Waltz, Sam Neill, Miranda Otto.

Tom Holt es un prolífico escritor inglés de más de 100 obras que funden mitología, historia, fantasía y humor publicadas con su nombre real o con el seudónimo K. J. Parker. La puerta mágica, publicada en 2003 con el título The Portable Door, forma parte de una serie de ocho novelas centradas en la empresa gestionada por brujos J. W. Wells & Co., préstamo tomado literalmente de la opereta cómica de los victorianos Gilbert y Sullivan estrenada en 1877 The Sorcerer, en la que el personaje de John Wellington Wells era el brujo director de la respetable firma J. W. Wells & Co., Family Sorcerers.

Una cierta popularidad de Tom Holt en el ámbito anglosajón (creo que no hay traducción de sus obras al español) ha tentado a la compañía de Jim Henson, creada por el desaparecido y genial marionetista de Barrio Sésamo, para llevarla al cine siguiendo la estela de los éxitos de las sagas de Harry Potter y Animales Fantásticos. No lo han logrado -en Estados Unidos no se ha estrenado en salas, pasando directamente a plataformas- porque no tiene ni los medios ni la fuerza comercial de aquellas películas, aunque sí algo, solo algo, del encanto artesanal de las creaciones cinematográficas de Henson Cristal oscuro y Dentro del laberinto. Lo que, dada la evolución técnica y la exigencia de los consumidores de este tipo de productos, puede volverse en su contra.

Dos jóvenes que se incorporan a la J. W. Wells & Co. descubren pronto que la firma tiene objetivos más bien siniestros para la humanidad que les harán vivir aventuras tan fantásticas como peligrosas. El realizador televisivo australiano Jeffrey Walker, que en cuatro décadas de oficio solo cuenta en su filmografía con tres películas -las interesantes La prueba y La boda de Alí más la adaptación al cine de su éxito televisivo Dance Academy- la dirige con un oficio no inspirado que no logra crear las atmósferas apropiadas para que las fantásticas criaturas y situaciones desplieguen su capacidad de sugestión. Los estupendos trabajos como secundarios que se comen la película de los veteranos Christoph Waltz y -muy especialmente- Sam Neil compensan la sosería de sus dos jóvenes protagonistas, Patrick Gibson y Sophie Wilde. Agradable y amable, da menos de lo que cabe esperar de la compañía del gran Henson.

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