La rebelión "feminista" de Calderón

Escrita en 1629, cuando su autor no había alcanzado aún los 30 años, La dama duende es pese a la juventud de su creador una de las obras "más complejas" en la producción de Pedro Calderón de la Barca, enmarcada, como señala el actor Joaquín Notario, en una etapa "de verdadera investigación" en la que el dramaturgo, "un buenísimo alumno de Lope de Vega", intenta "ir más allá que su maestro". Calderón cuenta la historia de una joven viuda, Doña Ángela, que logra sortear la vigilancia de sus hermanos y se hace pasar por duende para seducir a un caballero y alcanzar así la libertad que le niegan sus familiares con una mirada audaz en la que "prueba diferentes tramas, distintos estilos", prosigue Notario, y apuesta por un tono que ha dado lugar a diversas interpretaciones. "No siempre se ha representado como comedia", advierte la actriz Marta Poveda, "pero nosotros hemos atacado por ese flanco".

Así, con una versión que potencia la ironía y la gracia del texto original, una adaptación que firma Álvaro Tato y que dirige Helena Pimenta, la Compañía Nacional de Teatro Clásico visita desde mañana y hasta el sábado el Lope de Vega para poner en pie esta comedia de capa y espada que hoy puede verse -la paradójica modernidad de los clásicos- como una denuncia de la sociedad patriarcal. "Es una obra muy feminista", asegura Marta Poveda, encargada de dar vida a Doña Ángela, "la historia de una mujer que defiende su libertad a través de la fantasía". Para la intérprete, su personaje es "una proscrita". Esta joven a la que su familia encierra para proteger su honor posee similitudes con el Segismundo de La vida es sueño, "sólo que ella está experimentada, ha conocido la sexualidad, el amor, la han privado de todo ello y se juega la vida para ser libre", reclama la actriz, que subraya la vigencia del argumento. "Una mujer a la que no permiten existir y que se manifiesta como un fantasma. Calderón consigue una metáfora tremenda".

Montada por el mismo reparto que interpretó El perro del hortelano, La dama duende "tiene todos los ingredientes que gustan al público: sentido del humor, amor, celos, misterio", enumera Rafa Castejón, quien interpreta a Don Manuel, el caballero al que llega la enigmática protagonista a través de una alacena giratoria. Don Manuel, "un ejemplo de caballerosidad, una mente muy racional", se apoya en su criado Cosme (Álvaro de Juan), un tipo que funciona como contrapunto y "que cree en los duendes y la magia, entre su superstición y su afición al alcohol se adentrará en un mundo donde nada es lo que parece y lo que parece no es", explica De Juan.

Pimenta traslada la acción de esta obra a la segunda mitad del siglo XIX, "una época de España en la que hay una crisis de valores, en la que la sociedad está cambiando pero no termina de hacerlo, y lo viejo, ese sistema casi medieval, no acaba de morir", sostiene Notario, que encarna a Don Juan, uno de los hermanos de Doña Ángela. El veterano, uno de los grandes valores de la interpretación de teatro clásico en España, al que el Festival de Almagro dedicó un homenaje el pasado año, reconoce que La dama duende ha sido "un desafío que en más de un momento nos ha hecho sufrir. La obra es básicamente una comedia, pero a la hora de ensayar llegábamos a momentos dramáticos que debíamos reconducir. Ha sido un proceso interesante". Notario incide en la "modernidad incontestable" de los planteamientos calderonianos: "En estos momentos en que nos queda tanto por andar", dice, "reconforta ver la historia de una mujer que puede cambiar la sociedad". A partir de mañana, el Lope de Vega tiene una cita con Doña Ángela, a quien Álvaro Tato ve como "una rebelde lúdica de pura estirpe cervantina", que "arrastra en su ficción a sus hermanos, a su criada, a su amiga, a su galán y al criado de éste… y a nosotros, los espectadores".