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ROSS. 2º Abono del Ciclo de Otoño | Crítica

Entre belcanto y Beethoven

La soprano vallisoletana Lucía Martín-Cartón deslumbró en el 2º de abono de la ROSS.

La soprano vallisoletana Lucía Martín-Cartón deslumbró en el 2º de abono de la ROSS. / Guillermo Mendo

Forjada en el mundo barroco, la de la joven soprano vallisoletana Lucía Martín-Cartón es una de las voces más interesantes del actual panorama español. De timbre muy atractivo, la cantante se impone sobre todo por la naturalidad y elegancia de su fraseo y por una técnica que le permite transitar por todo el registro con una notabilísima homogeneidad en el color y una facilidad admirable tanto para el canto de agilidad como para el apoyo en la zona grave. 

Maravillosa su Susana de Las bodas de Fígaro. Empezó diciendo el recitativo con una intención arrebatadora y una cadencia prosódica espléndida, y en el aria sacó toda su sensualidad encontrando la tersura perfecta para su voz. Ojo, "Deh, vieni non tardar" engaña. En su aparente placidez, el aria recorre casi dos octavas y tiene en "notturna face" unos graves tremendamente comprometedores, que en muchas cantantes suenan forzados o huecos. Ella los integró con absoluta normalidad en una línea de extraordinaria fluidez.

"Vorrei spiegarvi, oh Dio!" es otra cosa. Se trata de un aria que Mozart escribió para que su cuñada Aloysia Weber la cantara dentro de una ópera de Anfossi. La pieza resulta de un virtuosismo extremo. La soprano se pasa mucho tiempo colgando en lo más agudo de la tesitura y tiene algunos saltos interválicos brutales, especialmente en un melisma sobre la sílaba "la" en "non parlate" en el que la voz sube inopinadamente dos octavas y una tercera de golpe. Martín-Cartón solventó el apuro sin aparentes problemas, aunque es cierto que quizá se le notó una cierta preocupación por las dificultades belcantistas de la pieza y eso hizo que se descuidara un poco más la expresión del texto. Algo parecido ocurrió con el aria rossiniana de L’occasione fa il ladro, cantada admirablemente pese a alguna puntual pérdida del sentido del legato.

En la propina, el "Tornami a vagheggiar" de la Alcina de Haendel se benefició de una articulación perfecta y tuvo la chispa que el aria requiere, aunque un acompañamiento de acentos un punto más marcados le habría dado aún más prestancia. En general la ROSS acompañó con extremo cuidado, respirando con la cantante y coloreando la atmósfera de cada pieza con apreciable sutileza, siempre las dinámicas muy controladas.

El conjunto había empezado con una magnífica Obertura de La clemenza di Tito de Mozart, que tocó con una levedad de la que sobresalieron las maderas. Luego, tras hacer de forma algo más rutinaria la Sinfonia de L'occasione de Rossini, y con Paçalin Zef Pavaci dirigiendo siempre desde su puesto de concertino, como era norma en la época de Beethoven, el conjunto hizo una 4ª Sinfonía de formato camerístico (36 ejecutantes) y algo irregular. En el primer movimiento, llevado a un tempo muy rápido después de una especialmente oscura introducción lenta (¡magnífica!), hubo algún que otro desencuentro en las entradas. Acaso la falta de la batuta impulsó a Pavaçi a adelantarse mínimamente en algunos pasajes para no perder el control, sobre todo allí donde había cambios de metro.

La interpretación fue en cualquier caso siempre limpia en la ejecución y de notable transparencia textural. Alguna caída de tensión en el Adagio y un tercer movimiento algo insulso (la repetición del tema principal fue idéntica a su exposición) no la desmerecen en absoluto. El Finale resultó impetuoso, con contrastes de tempi algo turbulentos, pero una voluntad constante de avance y un exultante vigor. Interesante destacar el equilibrio entre secciones: en la las maderas ganan un protagonismo inusitado dentro del mundo sinfónico del Clasicismo, lo cual no quedó mal atrapado en la versión que ofreció la ROSS, aunque quizás el número de intérpretes influyera también en esa circunstancia.

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