El talento de Inger y la energía de la juventud
Momentum | Crítica de danza

La ficha
**** ‘Momentum’. Take off Dance – Johan Inger Youth Project. Bailarines: Emily Borghäll, Giovanni Cianciusi, Valeria Cianciusi, Andrea Farfán, Noga Fel, Víctor Manuel Fernández, Claire Foody, Rebeca García, Nathéo Souquet, Agathe Vareilhes, Emma Hall, Piper French, Luisa Collomb, Melina Koutava, Helena Miralles, Laia Fimia, Agathe Mareilhes, Jade Roebben y Claudia March. Coreografías: ‘Rain Dogs’. Coreografía y escenografía: Johan Inger. Dirección de ensayos y puesta en escena: Carolina Armenta. Música: Tom Waits. Vestuario: J. Inger y C. Armenta. Iluminación: Peter Lundin. ‘Become’. Coreografía: Johan Inger. Dirección de ensayos: Carolina Armenta. Diseño de luces: Diego Cousido. Vestuario: J. Inger y C. Armenta. Fecha: Martes, 24 de junio. Lugar. Teatro Romano de Itálica. Aforo: Casi lleno.
Al igual que en la pasada edición del Festival de Itálica, el prestigioso coreógrafo sueco Johan Inger y su compañera, la también bailarina y coreógrafa Carolina Armenta, afincados en Sevilla desde 2008, han elegido el Teatro Romano de Itálica para presentar el trabajo final de temporada de su proyecto.
Take off Dance, que así se llama dicho proyecto, es un programa de especialización y formación profesional en danza para jóvenes bailarines de 18 a 24 años de procedencia nacional e internacional, entre los que este año se encuentran cinco sevillanos. El espectáculo que presentaron anoche, Momentum, estaba compuesto de dos coreografías.
Invirtiendo el orden previsto en el programa, abrió la velada una larga pieza creada por Inger en 2011 a partir del álbum de Tom Waits de 1985, Rain Dogs, un conjunto de canciones de diferentes estilos que describen la ciudad de Nueva York con todas sus contradicciones.
La coreografía, por tanto, nos traslada a un espacio eminentemente urbano y exterior -aquí sin la escenografía y las proyecciones del original- en el que todo es posible: encuentros casuales entre los individuos (dos o tres casi siempre), grupos que siguen a un bailarín con su radiocasete, que se deslizan de un lado a otro por el suelo o que juegan con su identidad de género intercambiando sus vestidos.
Escenas en las que no faltan ni la teatralidad ni el humor que caracterizan los trabajos de Inger, como la de la pareja que cuenta en unos segundos su historia, desde su primer encuentro hasta la llegada de su primer hijo.
Con todas sus consecuencias, Rain Dogs es también una pieza muy exigente técnicamente que deja al desnudo la capacidad de cada uno de los intérpretes, estupendos todos y todas, formados en distintas técnicas, aunque tal vez les hayan faltado algunos ensayos para hacer brillar los mil matices que contiene.
En la segunda coreografía de la velada, Become, estreno absoluto para el Festival, Inger vuelve a demostrar su inmenso talento para la creación y, al mismo tiempo, para jugar con la energía y las posibilidades de los bailarines con que cuenta.
De este modo, y como su nombre indica, los hace pasar de un hermoso y ortodoxo neoclasicismo -con sus maillots iguales y sus evoluciones en relevé (sobre las puntas de los pies) a una eclosión final de energía coral, aparentemente caótica, pautada por la inigualable guitarra de Glenn Branca, pasando por una gradual conquista de la libertad de movimiento -a los sones de Bjórk o del cuarteto Broklin Rider- simbolizada también por la incorporación gradual de prendas de vestuario llenas de color.
Un gran trabajo en cuanto a estructura coreográfica, que divide frecuentemente el escenario en varios desarrollos simultáneos, y en cuanto a exigencia física -de torso, brazos, piernas…- de los intérpretes. Una riqueza y una variedad que siempre han hecho brillar las piezas de Inger a las que ahora se unirá sin duda este Become.
El público, entre los que se encontraban numerosos niños y niñas, premió con aplausos entusiastas el trabajo del joven grupo, mayoritariamente femenino, al que auguramos el mayor de los éxitos en las compañías que les depare el futuro.
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