La tetralogía divina de Silvio

SILVIO | Icono del rock sevillano

En Sevilla, donde el rock y la Semana Santa rara vez se miran de frente, el músico tendió un puente entre cornetas y guitarras. En cuatro canciones volcó una forma de fe con 'swing' y compás

La canción que une a béticos y sevillistas

Silvio Fernández Melgarejo, más conocido por su nombre artístico Silvio (La Roda de Andalucía, 1945 - Sevilla, 2001)
Silvio Fernández Melgarejo, más conocido por su nombre artístico Silvio (La Roda de Andalucía, 1945 - Sevilla, 2001)

Aunque en nuestra bendita Sevilla suele haber cierto punto de desprecio mutuo entre los muy aficionados a la Semana Santa y los muy aficionados al rock, lo cierto es que entre ambos mundos hay también mucha gente que comparte elementos comunes y mantienen gustos y costumbres afines. No son ámbitos incompatibles y comparten una intensidad emocional que en ocasiones los entrelaza. Pocos sevillanos han encarnado este sincretismo como Silvio, cuya obra contiene claras referencias a la religiosidad y a la Sevilla Mariana, especialmente en cuatro canciones que su eterno amigo Pive Amador, letrista, batería y mánager de todas sus bandas, bautizó con acierto como la tetralogía divina silviana.

Una de ellas es Rezaré, adaptación del clásico Stand by me de Leiber & Stoller, pero no inspirada en versiones americanas, sino en la que a los españoles le resultaba más cercana, el Pregherò de Adriano Celentano, quien incluso llegó a grabarla en castellano con el mismo título que nuestro rockero. A partir de ahí, Silvio y Pive elaboraron una letra nueva en la que fueron mencionando al mayor número posible de vírgenes sevillanas. Para reforzar el aire cofrade, las guitarras de Juanjo Pizarro y Andrés Herrera, El Pájaro, estaban levemente desafinadas entre sí, logrando un efecto que recuerda a las cornetas de las bandas de Semana Santa.

Rezaré se dio a conocer en 1987 mediante un single financiado por el Área de Cultura del Ayuntamiento, en reciprocidad a la colaboración de Pive en la programación de Cita en Sevilla. Junto a Swing Maria, la otra cara y estrella del sencillo, la canción fue tomando forma durante dos años en el local de ensayo que la banda tenía en Camas, adonde los músicos llegaban después de ver procesiones y donde seguían dando rienda suelta a su sentimiento cofrade cuando el Pájaro arrancaba con una marcha en la guitarra, Pive lo seguía con la caja como si fuera un tambor y Silvio se paseaba procesionalmente por el local, levantando la barra del micro como un estandarte y marcándose un baile entre Pilatos y Elvis. Pizarro y Suárez -el otro guitarrista y el bajista- se sumaban más por el lado del rock’n’roll, ajenos al fervor capillita, por lo que no es de extrañar que surgiera ese híbrido tan sevillano.

Silvio, cofrade eterno. Viendo pasar La Borriquita. Foto de Pepe Cazorla para Diario 16. Cortesía de Paco Bech.
Silvio, cofrade eterno. Viendo pasar La Borriquita. Foto de Pepe Cazorla para Diario 16. Cortesía de Paco Bech.

La conexión entre rock y Semana Santa venía de lejos. El Pájaro ha respirado cofradías desde pequeño, ha dado conciertos de marchas procesionales a la guitarra y una vez declaró que su mayor ilusión sería tocarla procesionando delante del Cristo de la Calzada. Pive, por su parte, decía que no quería morirse sin componer una marcha para la Virgen de Regla, titular de la Hermandad de los Panaderos, de la que su padre fue hermano mayor. Y de Silvio, qué les voy a contar...

En Swing Maria, también conocida como La Pura Concepción, Pive escribió una letra inspirada en Silvio, sobre el pasaje final de la marcha Virgen de las Aguas, del maestro Santiago Ramos Castro. El tema rendía homenaje al vínculo entre Sevilla y la Virgen María, proclamada Inmaculada por la ciudad antes que por Roma, y cuya pureza estamos dispuestos a defender hasta la sangre, como recuerda cada Madrugá el nazareno de El Silencio que porta una espada. La Virgen de esta Hermandad, claro, es la de la Concepción.

La interpretación vocal de Silvio en Swing Maria fue, para Pive, la mejor de su carrera. Consideró que la primera toma tenía una inspiración divina y que era imposible mejorarla, por lo que se editó tal cual. Aquel single cofrade, sin embargo, no se distribuyó de forma convencional; no tuvo portada, salió en una tirada de unas 500 copias envueltas en cartulina blanca. Pive las repartió entre radios y prensa, y el resto se vendió íntegramente en la barbería de Don Curro, uno de los centros neurálgicos del mito silviano. Allí también se despacharon tantas copias promocionales de La ragazza del elevatore que la canción llegó a sonar en Los 40 Principales sin haber sido editada tampoco oficialmente.

Gracias a la difusión en las FM locales y los conciertos de Silvio, el single divino tuvo tan buena acogida que se propuso incluirlo en un LP. Así nació Fantasía occidental, con el añadido de seis canciones nuevas, entre ellas Las Criaturas, tercera pieza de la tetralogía. Era una canción antigua de Brigada Ligera, grupo en el que militaban los músicos de Sacramento antes de acompañar a Silvio, para la que Pive adaptó y musicalizó unos versos de San Juan de la Cruz. “Lo sacro no venía por la letra del místico”, según José Luis Ambrosio, autor de El rock bético 77/87, “sino por el increíble solo del Pájaro, que en veinte segundos viaja del Martes Santo sevillano a un club de Memphis con B.B. King en escena”.

La canción 'Swing María' rinde homenaje a la fuerte vinculación de Sevilla con la Virgen"

Y después de dar estos tres pasos hacia el cielo, que seguramente le asegurarían la estancia a la diestra de Dios Padre, con quien estará en esta Semana Santa brindando con su cáliz de coñac, Silvio remató su tetralogía divina con una canción que se llamaba precisamente así, Tres pasos hacia el cielo, y que vio la luz en su siguiente disco largo, En misa y repicando. Es la menos religiosa de las cuatro; aquí el cielo es una metáfora de la felicidad amorosa. Silvio va a recoger a su novia, Violeta, en un coche de caballos desde el bar ABC, su eterno cuartel general, como se ve en uno de los dos únicos videoclips que grabó en su carrera; el otro fue para La ragazza del elevatore.

Aunque se aparte en contenido, esta canción comparte con las demás el mismo feeling plateresco, entendiéndose como tal no el minucioso estilo arquitectónico del que se beneficia nuestro bonito ayuntamiento sevillano, sino el estilo vocal que tenían los Platters, grupo por el que Silvio sentía devoción. Y como las otras, tampoco era del todo original, ya que partía del Three steps to heaven de Eddie Cochran, que ya formaba parte también del repertorio de Brigada Ligera.

Y hasta aquí nuestro recuerdo. Siempre, sobre todo cuando llega la primavera, todos tenemos algún momento en que nos acordamos de Silvio, a pesar de que ya va para 24 años que no está entre nosotros.

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